12. Lo Que Núnca Fuimos

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Lo que núnca fuimos



Liam

Una flama. Las flamas de fuego pueden hacerte sentir un escalofrío cálido que recorre todo tu cuerpo, hacerte sentir un inmenso ardor y calidez, algunas flamas pueden hacer que hasta los monstruos se alejen.
Aunque si una flama se acerca lo suficientemente a tu cuerpo, puede marcarte...


Aunque existen tipos de flamas que te marcan no sólo físicamente, sino que también te marcan en mente. Y ella fue esa flama que me marcó, una marca que no se si alguna vez pueda olvidar.

Creo que siempre me considere un monstruo, un maldito monstruo creado por este asqueroso mundo de mierda. Un mundo que te obliga a ponerte de pie cada día puedas o no.
Soy alguien que se aislo de todas las personas que pudo porque ellos llegaron a joderlo, porque las personas que quería llegaron a romperlo, y tal vez la peor cosa que puede hacer alguien roto, es quedarse en silencio.

Porque te vas desquebrajando poco a poco, es una muerte lenta y agotadora ver como las personas cercanas a ti te recuerdan lo mal que estás.

Recuerdo la primera vez que el novio de mamá me golpeó.
El día que todo empeoró...

Luego de que papá se fue, luego de tantos años tratando de defender a mamá de él, de cuidar a mi hermana y en algún punto cuidar de mi. Luego de que se fue pensé que todo mejoraría, es cierto, no puedo ocultar el echo de que aunque jamás se lo acepte a nadie, me dolió el día que se fue - mierda era mi padre -  pero también sentí alivio, pensé que todo seria mejor de algún modo.

Pero jamás me había equivocado tanto.

Meses después mamá conoció a ese idiota, a ese maldito policía que haría que su misión de vida fuera destruir la mía.

Recuerdo la primera vez que me golpeo, había derramado un baso de fresco, un accidente logró que me dejara el ojo morado.

Carajo tenía puñeteros 12 años.

Pero lo que más me dolió, fue ver como mi madre y hermana no me defendieron, no me ayudaron. Ver como solo miraban sin hacer nada, ver que dejaran que me succionara la desesperación y no les importara un carajo...

Mamá solo me defendió una vez - pero fue después de la golpiza - le dijo que ya no lo hiciera, aunque claramente a él le importo una mierda.

Trate de refugiarme en mis amigos, pero poco les importo, solo decían que seguro mentia. Con el tiempo se empezaron a alejar, y así siguieron todas las personas que eran parte de mi vida.

Las personas que creí que me ayudarían dejaron que me ahogara.

Era como si fuera una plaga y a nadie le importara.

Años después decían que yo era raro, que era demasiado callado, grosero e intimidante aveces.
Me llegaron a llamar monstruo por no tratar de acercarme a las personas que antes me lastimaron.

De pequeño le temia a los monstruos que estaban debajo de la cama, en el armario o en el rincón oscuro. Pero llegó un día en el que ya no me importo, porque descubrí que el verdadero monstruo vivía dentro de mí.

Caos PerfectoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora