XVIII: En llamas.

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Una

Dos

Tres

Cuatro

Cinco

—Listo —— murmuro, dibujando una sonrisa de lado en su rostro.

Elevo el pequeño frasquito, impidiendo que las gotas de dicho liquido dejaran de gotear sobre la piel del menor.

Este soltó un quejido y aferro su antebrazo con su mano derecha.

—¿Sanara? — soltó, pasando la mirada entre su hermana y la herida palpante en su brazo. La castaña asintío, guardando el frasco entre unos pliegue que tenía su abrigo.

Señalo la herida con sus ojos, a lo cual, Louise respondió con una mueca de dolor.

Sin embargo, la decepción impacto como un rayo sobre Louise, puesto que aun no tenía ni un solo plan para salir de ahi sin ser descubiertos. 

Había pasado una semana exacta desde que Tante Mare Dare se los había llevado a la fuerza a su mansion en un pueblo muy cercano a Carcasona, Francia. Y desde que ambos habían puesto ambos pies sobre la pulcra alfombra de oro, el infierno había comenzado.

Los castigos eran casi todos los dias, incluso si se negaban a probar bocado de una comida de dudosa procedencia. Primero fueron simples golpes suaves, regaños, pero pasando los dias, los golpes se convirtieron en mas extremos. Desde bofetadas hasta empujones, los cuales les raspaban las rodillas y codos.

Pero ese día, Mare Dare, se había encargado de castigar al menor por la rebeldía de Louise, la cual se nego a aceptar con la educación rigorosa que su propia abuela le imponía.

—No es facil salir de aqui, Alois — lo observo con el ceño levemente fruncido, mientras la desesperanza volvía a empañar esos ojos grises —. Desde que hemos llegado se ha encargado de fortalecer la seguridad de la casa, desde mucamas que nos vigilan las veinticuatro horas — elevo sus cejas en dirección a una mucama que pasaba a unos metros de ellos, mientras los observaba fríamente, y a si se repetía su ciclo. Podría jurar haberla visto observandolos mas de veinte veces —, Hasta guardaespaldas camuflados de jardineros. Si queremos salir de aqui, debemos de tener un plan bien organizado.

—Y hasta que lo tengas, nos matarán a golpes.

Louise rodó los ojos, apoyando ambos brazos sobre su regazo. Ciertas gotas de sangre manchaban su falda morada.

—No seas exagerado, aun, por lo menos, no nos han quemado con ácido...

Alois soltó una risa sarcástica y se acurruco sobre las sabanas debajo de su cuerpo.

Fuera de los maltratos tanto físicos como psicológicos, Mare Dare se había encargado de reservarles un cuarto para ambos dentro de la mansion. Este constaba de una cama doble y gigante, dos mesitas de noche, una chimenea y un estante lleno de libros, sumado a que tenían un baño propio, sin embargo, ni eso los salvaba de la pesadilla que se vivía dentro de aquel intento de hogar.

—Bueno, pero a diferencia de ti, yo si tengo un plan — el brillo en los ojos de Alois volvio a resplandecer.

Louise arqueo una ceja.

Mademoiselle Rebelle | Fred Weasley +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora