XXVI: Carpeta

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El aroma a polvo y perfume caro ingreso a sus fosas nasales con suavidad, mientras su respiración se mantenía a un ritmo tranquilo y delicado. 

El día anterior había sido mas agotador de lo pensado. Los clientes habían llegado a montones y los productos fueron desapareciendo de los estantes uno detrás de otro, dejando al gemelo mayor sin energia alguna a a la hora de reponer y cobrar los productos que sus clientes se llevaban, muchos de ellos, niños o antiguos compañeros de hogwarts. 

Lo unico que recordaba de la noche anterior es que decidió ir a un bar junto a su gemelo para liberar las frustraciones de aquel tan atareado día, pero luego de un par de copas, pareció olvidar cualquier accion que llevo a cabo durante el resto de la noche. 

Al abrir los ojos, un fuerte dolor de cabeza lo sucumbió, llevando una mano a su cabeza al instante. El dolor se extendió por toda su cabeza como un rayo, y aun que este desaparecía, tan solo lo hacia por unos segundos.

Cerro su mano derecha en un intento de acostumbrarse a la horrible sensación de haber bebido la noche anterior, pero al intentar cerrarla su palma choco contra algo de textura suave y esponjoso. Al abrir los ojos, se topo con un pequeño conejillo de peluche recostado sobre su mano derecha.

—Finalmente despertaste, comadreja — hablo una voz masculina a lo lejos.

Sus ojos divagaron entre la claridad de la habitación, notando a lo lejos, un hombre alto que se apoyaba contra un espejo de cuerpo completo.

Una leve sonrisa alzaba las comisuras de sus labios mientras su cabello azabache y rizado caía sobre sus hombros con elegancia.

—¿Sirius? — pregunto el Weasley con la voz ronca, intentandose sentar sobre los cojines.

Al lograrlo, froto sus ojos rápidamente y dejo el peluche sobre su regazo, observando al hombre frente a el con curiosidad y desconcierto.

—¿Que demonios hago aqui? — soltó, sin recordar el como había llegado a la casa Black. Probablemente, y bajo el efecto del alcohol, había cometido mas de una estupidez en la noche. Y esta parecía ser una de ellas.

—Para resumir — comenzó, sentandose sobre un pequeños banquito que se hallaba debajo de sus piernas —... llegaste borracho a las tres de la mañana, diciendo que extrañabas a Louise y querias verla olvidandote el hecho de que se encuentra el hogwarts. Tambien casi te agarras a golpes con el cuadro de mi madre, pero esa es otra historia, muy divertida por cierto.

Fred suspiro, observando el conejillo sobre su regazo con una mueca nula.

—¿Y me diste este estúpido peluche para que me calmara? — dijo, alzando el peluche con su mano izquierda mientras con la otra frotaba sus ojos adormilados.

—No te lo di — menciono, su voz resonó con algo de molestia adquirida —. Lo encontraste, y  como tenía su perfume, decidiste dormir con el. Realmente no se si eres muy cursi o muy psicópata.

Fred se inclino sobre si mismo, apoyando ambos codos sobre sus rodillas, mientras sentía como el dolor de cabeza volvía a envolverlo con mas intensidad. Llevo una mano a su frente en respuesta.

—Debo dejar de tomar... — susurro, pero a los segundos, una mano fuerte y rígida se estrello contra el lado derecho de su cabeza. Rápidamente el dolor de cabeza se intensificó, mientras la zona golpeada ardió debajo de la palma que ahora cubria aquel lado de su cabeza.

Un quejido se asomo por los labios del Weasley, pero al ver la mueca molesta del Black, tuvo que tragarse cualquier tipo de sonido o quejido que amenazara con salir de su garganta.

—La proxima vez que llegues a mi hogar, borracho y preguntando por mi hija, te asesinare Weasley, ya no es una broma — la voz del Black broto amenazante, dejando sin palabras a Fred, quien solo se mantuvo observándolo con indignación.

Mademoiselle Rebelle | Fred Weasley +16Where stories live. Discover now