XXIX: Visión de Sangre.

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El objeto luminoso brillaba frente a los chasquidos incesantes de la chimenea. El aroma a colonia vieja y amarga  se esparcía por los lados mas reconditos de la habitación, llenando las fosas nasales de la castaña, quien al inhalar aquel asqueroso aroma, no pudo evitar soltar una mueca de desagrado. La cual no paso nada desapercibida para el hombre frente a ella.

—¿Que?  — pregunto molesto ——. Cuando eras niña este aroma te agradaba...

—Dejate de estupideces, Peter — repuso irritada, mirando con fulminacion al ojiazul —. Dime para que demonios me hiciste venir. 

La vista de la castaña recorrió con rapidez cada centímetro de aquel hombre, quien ahora, había intensificado su mirada de odio hacia la menor. 

Se trataba de un hombre alto, ojinegro y de cabello azabache. Las pronunciadas ojeras debajo de sus ojos cansados le daban una apariencia longeva. Unos moretones decoraban las puntiagudas esquinas de sus prominentes pomulos, mientras una taza de te caliente se encontraba entre sus finas y largas manos.

Su mirada tan gélida como siempre, al igual que su ropa, la cual se encontraba rota y cubierta por una fina capa de polvillo de chimenea.

Peter carraspeo, lo que hizo que Louise volviera a centrar su vista sobre sus llamativas orbes azules.

—Como sabras... las cosas no andan muy bien — comenzó, dejando con pesar la taza sobre la mesita ratona —. Con el regreso de tú-sabés-quién todos corremos peligro, en especial tú.... por eso, me he tomado el... — sus ojos pasaron de una punta a otra, intentando buscar la palabra perfecta para describir aquella situación — privilegió de poder ver qué será de ti, querida — la taza entre sus manos se deslizó fuera de su mano con elegancia, dándole la libertad de poder gesticular exageradamente con ella —. Y he visto, no específicamente, un final feliz.

Louise revoleo los ojos al instante ante el molesto tono de voz del hombre. Llevando una mano a su cabello para acomodar el desorden de este.

—Aun qué, si no quiere saber...

—Habla.

Peter sonrió satisfecho.

—Mejor deja que lo compruebe, ¿no?

Sé estiró para lanzarse con delicadeza sobre la silla más aproximada a el.
Su mirada gélida se deslizó entre las orbes grises de la menor, analizando cada detalle llamativo de éstos.
Estiró su brazo para tomar con brusquedad la mano de la castaña, lanzandole levemente hacia delante.

Louise suspiro molesta, sin embargo, no contesto a la brusquedad de el muchacho.

El azabache deslizó su mano sobre una pequeña daga colocada en una esquina de la sórdida mesa. La tomo y acarició la piel de la palma de su mano con ella.
Rápidamente se formó un profundo tajo, el cual rápidamente comenzó a llenarse de sangre.

La daga se desvaneció de su mano tan rápido como la sangre comenzó a deslizarse sobre sus dedos.

Louise observe el rastro sangriento sobre su mano, solo deseando que esa estúpida locura terminará de una vez. Puesto que hacer visiones de sangre era más repulsivo de lo que alguien podría imaginar.

Luego de unos minutos, la sangre dejo de brotar, la taza de te se vacío, y Peter parecía listo para comenzar.

—No te muevas — murmuró mientras colocaba dos dedos sobre la herida sangrienta. Pero al parecer, la mano de Louise no dejaba de temblar debajo de las yemas de sus dedos —. Te dije que no te muevas.

—Mierda, acabo de perder como un litro de sangre. ¿Cómo pretendes que no me tiemble la mano?.

—Callate.

Mademoiselle Rebelle | Fred Weasley +16Where stories live. Discover now