Capítulo 3

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Rachel


Eran las cuatro de la mañana y no podía dejar de hablar con Parker por el móvil, mis ojos se cerraban, pero su voz me impedía dejar de ponerle atención, ahora me estaba hablando de un cuadro que pinto.

―Está en una galería con un seudónimo, no me considero lo suficientemente bueno, pero el hombre dijo que tenía talento. ― Su voz tenía un toque de timidez que me hizo sonreír con los ojos cerrados.

―Deberías llevarme algún día. ― Susurre soltando un bostezo.

―No prometo nada. 

Solté una risa, él estaba avergonzado.

―De seguro eres excelente. 

―Mejor vete a dormir Rachel, estás hablando tonterías. ― Parker tosió y cambio de tema.

―Me voy a dormir porque tengo sueño, no porque me lo hayas dicho. ― Finalicé bostezando nuevamente.

―Ajá, te veo mañana. 

―Sí, buenas noches Parker.

―Buenas noches Rachel. 

Me desperté con un cojín en mi cara. Luisa tenía que ser.

―Rachil, despierta. No es mi culpa que te guste hablar con Parker hasta las seis de la mañana. ―Protestó arrastrándome del brazo.

―Eran las cuatro. ― Corregí dejándola ser.

―No me importa. Dúchate que vamos tarde. ― Me empujó al baño y se fue refunfuñando por lo bajo.

No se como logré ducharme y maquillarme, no desayuné, pero al menos parecía un ser humano funcional.

―Deberían hablar mas temprano, es el cuarto día que tengo que arrastrarte de la cama. ― Luisa me reclamó mientras entrabamos a la academia.

―Es que tenemos que estudiar y no da tiempo. ― Me encogí de hombros, me gustaba hablar con él hasta la madrugada.

No nos hablábamos mucho en la academia, por diferencia de horario principalmente, pero la otra razón era que Parker no quería que habláramos cuando estuvieran sus amigos. No me importaba, tampoco es que Christopher fuera de mi agrado.

― ¿No han vuelto a follar? ― Luisa susurro camino al salón.

―Joder no, no sé cómo decírselo. 

Quería follar de nuevo con él, pero no sabía cuándo, dónde o como decirlo. Cuando lo veía en la academia no podía evitar imaginarlo frente a mi lamiendo sus dedos cubiertos con mis fluidos, tampoco podía evitar fantasear con él embistiéndome con fuerza mientras envolvía mis piernas a su alrededor.

Cada vez que eso pasaba apretaba las piernas y desviaba la mirada, el era malo para mí deseo sexual y lo peor es que ni siquiera lo intentaba.

― ¿Rachel? ― Luisa me empujo por el hombro.

― ¿Ah? 

Me había perdido en mis fantasías lujuriosas con cierto alemán.

―Estas sonrojada. ― Se burló.

―Cállate. ― Camine rápido acomodándome en mi escritorio.

Sentía mi cara caliente, era culpa de Luisa que me preguntaba esas tonterías tan temprano.

Estaba tomando apuntes cuando mi celular vibro en mi bolsillo.

Parker: ¿Qué estás haciendo?

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