42. Todo lo que algún día te prometí

34 4 0
                                    

Harry

En el avión de vuelta a mi ciudad me paré a reflexionar, volvía siendo alguien totalmente diferente, veía la vida de otra manera, estaba feliz como nunca antes y tenía ganas de comerme el mundo. El viaje fue acompañado por un nudo en mi estómago, al día siguiente era el cumpleaños de mi chica, porque ¿seguía siendo mi chica? Según Liam tenía algo con Noah y eso me jodía muchísimo, pero fui yo quien le pidió que rehiciese su vida si lo necesitaba para ser feliz. Sé que lo pasó mal, muy mal, también sé que mis amigos le han dado su ayuda siempre que se ha dejado, y sé que ya no es la misma.

Volvía a Nueva York con más ganas de ella, la había extrañado cada instante y seguía amándola, más que nunca.

Durante esos cinco meses había conseguido sanar mis heridas y me había evadido del mundo, no tuve móvil, sólo me dejaban hacer 1 llamada a la semana a mi padre durante 1 hora, a través de él estaba comunicado con Liam y así sabía de Sophia, de quien supe que estaba siendo la mejor de su curso, supe que ya no desprendía alegría, supe en más de una ocasión quiso tirar la toalla...

Cuando el avión aterrizó y volví a casa, busqué mi móvil y mi ordenador par aponerme al día; sabía que durante bastante tiempo estuve en la boca de la gente por mi repentina desaparición, pero no iba a dar señales de vida, no aún.

Escribí a Liam, que vino a mi casa en cuestión de minutos y nos pusimos al día, me contó los planes sobre la fiesta sorpresa que le harían a Sophia y le dije que contara conmigo, yo iba a estar allí a su lado como un día le prometí. Entonces se hizo de noche, Liam se fue y mi padre volvió de un viaje de negocios que no pudo cambiar, nos envolvimos en un abrazo lleno de emoción y sentimientos, le agradecí todo lo que estaba haciendo por mí y tras una larga charla nos fuimos a dormir, aunque a mí se me hizo difícil y volví a coger mi ordenador, aquella vez abrí la bandeja de correos, tenía muchísimos, y sorprendentemente la mayoría eran de Sophia.

Con curiosidad busqué el primero y comencé a leer uno detrás de otro. Fue su manera de desahogarse, en ellos me decía que tenía miedo, que me necesitaba, que me echaba de menos, que me entendía, que estaba enfadada por no haber sabido nada de lo que ocurrió... Había correos que mandaba de madrugada y decía que me odiaba, que era el culpable de su insomnio, decía que sin mí se sentía desprotegida. También me habló de él, de Noah, decía que era un tío estupendo y que gracias a él podía evadirse durante unas horas, pero también decía que me buscaba en él inconscientemente y eso no la dejaba avanzar...

El último correo que tenía de ella era de hacía justo tres semanas tras haber estado escribiéndome cada día desde que me fui, y aquel el último correo no me dejó indiferente, volví a llorar como un niño pequeño en mi habitación como hice la noche en que me fui, volví a llorar en el momento en que me di cuenta de que yo era el culpable de sus miedos, el culpable de su dolor, y nunca quise eso... En el último correo me avisaba de que era el último, me decía que, por ella, por pasar página y por hacer las cosas bien, se rendiría frente a lo nuestro. Me dijo que fue feliz conmigo, me agradeció el hecho de que la hice sentirse viva y querida, que pensase en ella cuando decidí irme para intentar ser mejor, aunque aquello fuese lo que más daño le hizo; también escribió que deseaba reencontrarse conmigo algún día, pero junto a eso me confesó también que tenía miedo a que rehiciésemos nuestras vidas por separado.

No sabía cómo sentirme, todo lo que había aprendido durante tantos meses se había esfumado de mi cabeza, y no lo estaba llevando tan bien como pensaba.

El día siguiente lo pasé hecho un manojo de nervios, fui a comprarle un regalo a Sophia y a cortarme el pelo, necesitaba distraerme continuamente y fueron alrededor de las siete de la tarde cuando aparecí delante de la chica de mi vida hecho un flan y con un ramo de rosas en la mano.

Vi cómo levantó su mirada tras soplar las velas, sabía que me había sentido, por mi cuerpo también recorrió electricidad cuando la vi allí tan guapa, tan Sophia. Por un momento creí que no vendría hacia mí, pero cuando corrió hacia mis brazos, mi corazón dio saltos de alegría, empezamos a llorar olvidándonos de los malos recuerdos, volvíamos a ser uno, sabía que no se había rendido ni olvidado de mí, sabía que no tenía todas las batallas perdidas.




00:00

Vi que se separó y le dejé su espacio, sabía que no era fácil para ella verme tanto tiempo después como si nada, para mí tampoco lo fue; me fui en pleno invierno y volvía en primavera, todo había cambiado, todo menos mis sentimientos hacia ella, aunque la realidad era que antes nos sentía a cinco centímetros, aunque estuviésemos a un metro y ahora nos sentía a miles de kilómetros con ese mismo metro de distancia entre nuestros cuerpos, y eso asustaba.

Notó mi presencia tras su cuerpo porque vi cómo se tensaba y suspiró, suspiramos, se giró y nos quedamos mirándonos en silencio. Intenté quitar una lágrima que caía por su mejilla cuando su mano me frenó, vi como su labio inferior le temblaba y sin esperármelo una bofetada llegó a mi cara. Después de esa bofetada me abrazó, con su cara en mi pecho empezó a llorar haciéndome ver lo frágil que era, mi pequeña Sophia. Le di el tiempo que necesitaba con mi barbilla apoyada en su cabeza mientras acariciaba su pelo, entonces me rompió.

—Por qué, por qué no puedo odiarte ni olvidarme de ti, por qué no has intentado contactar conmigo, por qué vuelves como si nada y pones de nuevo mi mundo patas arriba... Por qué no me dejas ir Harry

—Porque te quiero, nos queremos, y créeme, amor, siento con toda mi alma todo el dolor que te haya podido causar, porque para nada era mi intención, pero era algo que necesitaba hacer, irme, curarme, y he vuelto y he conseguido volver siendo alguien mejor por ti, o eso creo. —ambos nos quedamos en silencio— ¿Sabes? Cuando vi a mi madre sentí que todo lo fuerte que había sido durante tantos años se lo había llevado el viento Sophia, no sabía qué hacer y escogí la primera opción que se me pasó por la cabeza y la cual no fue muy fácil de llevar a cabo que se diga.

—Siento muchísimo no haberlo sabido ver Harry, de verdad, no ha habido día que lo pensase. Sabía que te pasaba algo, pero no me pensaba que la hubieses visto, sólo quise darte tiempo para que me lo contaras cuando estuvieses preparado, y sin embargo te fuiste sin avisar después de un puto accidente en el que podrías haber perdido la vida, y no sabes qué meses de mierda he pasado sin saber si quiera cómo estabas. Y ahora tengo miedo de todo con todo el mundo, me he convertido en una persona vulnerable y muy mía, no me siento yo y tengo miedo de que nada vuelva a ser como antes. Tengo miedo de ti.

— ¿De mí? —dije asustado levantando mi cabeza de la suya obligándola a mirarme—

—Estos meses me he dado cuenta de lo mucho que realmente te he querido, y no sabía que se podía ser tan vulnerable ante algo así. Tengo miedo de que te vuelvas a ir sin despedirte, de que te cierres y no pueda verlo, de que me vuelvas a hacer promesas que no vayas a cumplir, de que no volvamos a estar en la misma ola, porque ahora mismo estoy a escasos centímetros de ti y siento que estamos a kilómetros, y eso me asusta no sabes cuánto. Pero sé que sigues aquí —dijo señalando su corazón— lo sé y me odio por ello, por no haber conseguido sacarte de él, porque realmente lo he ansiado muchas veces Harry, he respetado tu decisión y la he odiado, pero no he podido sacarte de mi corazón y ahora no sé en qué punto de mi vida me encuentro, estoy confusa con todo, sé que te quiero, pero no sé si estoy preparada para que nuestra historia siga.

Así fue como un cubo imaginario de agua helada cayó sobre mi cabeza, me había sorprendido saber que pensaba igual que yo sobre la distancia que sentíamos, pero más me había sorprendido que me dijera con otras palabras que no sabía si quería volver o seguir conmigo.

En algún momento hubo una ruptura entre nosotros y lo que tenía claro era que lucharía por ella y por nuestro amor, porque fui yo quien lo descuidó y quería que viese que cumplo mis promesas.

Porque la quiero, joder.

Mi primer amor, el Playboy.   |TERMINADA|Where stories live. Discover now