49. El principio del fin

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Sophia

Tras ese sueño las dudas ante nuestro amor terminaron de desaparecer y vivimos los últimos días en la NYU con tanta intensidad como al principio; artidos de fútbol, comidas con los chicos que se hacían eternas, paseos, ver las estrellas desde el tejado, siestas en el césped, películas en nuestro pequeño hogar, bailes en clases en las que no podíamos entrar... Recuperamos el tiempo perdido, y aunque sentía la ausencia de Noah en mi vida, disfruté mucho de aquellos últimos días con sabor agridulce, porque en el fondo sabía que nada volvería a ser el igual el año siguiente, y que como todo en la vida, aquello también se acababa.

Era el medio día del penúltimo y estábamos terminando de cerrar parte de las maletas que llevaríamos a nuestras casas, me dolían los ojos y la cabeza de tanto llorar; sentía que cada rincón vacío guardaba tanto recuerdos como pesadillas, ese había sido nuestro 'boulevard', nuestro lugar seguro, y cuanto más vacío estaba, más lejos me sentía de todo.

El último día:

El último día en la NYU fue increíble, increíble y doloroso; fui al aula de Noah y le mandé una foto de ella cuando no había nadie —siempre será nuestra, pero ahora está vacía sin ti—, le escribí. Paseé por el campus sola cerrando una etapa porque aún no era seguro que el año siguiente pudiese volver, y me sentí orgullosa de mí, orgullosa y agradecida, porque a pesar de todo lo malo, había sido uno de los mejores años de mi vida, sino el mejor; había crecido personal y profesionalmente, había conocido a mis amigos, el amor verdadero, toqué fondo y me volví más fuerte, encontré la mejor versión de mí, me enamoré aún más del baile...

El olor a verano en la mañana nos hacía despertar contentos, la gente corría de aquí para allá con sus maletas, había abrazos en cada esquina y algún adiós que otro quedaba en el camino.

Los chicos se fueron yendo poco a poco durante la mañana, en dos semanas nos reuniríamos todos juntos en una playa paradisíaca, un lugar que había elegido Harry y se negaba a decirnos, y yo estaba muy emocionada.

Harry y yo nos volveríamos a separar después de todo, pero me tranquilizaba saber que sabía cuándo nos veríamos de nuevo.

Nos hicimos una foto de despedida junto al número de nuestra habitación: 414, la catorceava habitación de la cuarta planta, lo que no supe en aquel momento era que aquellos números dejarían de estar en mi lista de favoritos poco tiempo después.

Mi primer amor, el Playboy.   |TERMINADA|Where stories live. Discover now