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Caminaba por la calle, con la vista pegada en el suelo. El gris y frío suelo de la calle, estaba lleno, inundado por miles de hilos de color rojo, que iban hacia todas direcciones.

La leyenda afirma que aquellos que estén unidos por el hilo rojo están destinados a convertirse en almas gemelas, y vivirán una historia importante, y no importa cuánto tiempo pase o las circunstancias que se encuentren en la vida. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse... pero nunca romperse.

Subió un poco la cabeza, viendo a muchas personas por la calle, del dedo meñique de estas había atado con un lindo lazo, un fino hilo rojo, algunos muy largos, otros cortos y algunos muy enredados. Había parejas, con hilos largos que iban a dar a otras personas.

Si, habían muchas personas que estaban juntas pero no eran destinados, obviamente. Realmente había poca gente unida por el hilo.

Aquello parecía ser bueno, no? Un don único que nadie tenía, pero él sí. Pues no, era la peor maldición que podrían haberle dado. Su mundo giraba entorno a eso. Hilos rojos. No podía dejar de verlos, siempre estaban por todos lados, en los baños, atravesando las ventanas de su casa, entre las rendijas de las puertas, los pasillos, el comedor, todos lados.

Pero lo más jodido era que podía sentirlos, a veces se tropezaba con ellos por la calle, y pasara lo que pasara, no podía córtalos.

Pero había algo que le daba intriga. No podía ver su su propio hilo. Era, como si fuera invisible para sí mismo. No le disgustaba, al fin y al cabo no le importaba estar solo. Siempre lo estaba.

Yang Jungwon. Esa era su vida.

˚ ִֶָ 🗝️ ♡︎ ₊ hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora