💛 22💛

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"... Perdónate por ese momento,

o te quedarás para siempre,

en ese momento..."

Un enorme abismo se había abierto entre ellos dos, apenas veían el otro extremo desde su propia orilla y Yuta mientras conducía, se preguntaba cómo fue que llegaron a eso.

Apenas golpeó la puerta de aquella vieja casa y una hermosa mujer abrió tragó duro, casi a punto de darse la vuelta y marcharse sin decir nada, pero antes de que sus pies reaccionaran la voz dulce de ella lo llamó por su nombre.

-¿Yuta?-

-Si, el esposo de Sana, un placer, tú eres Lisa ¿verdad?- preguntó estrechándole la mano con amabilidad.

-Ella me hablo mucho de ti, pasa por favor, te serviré algo de café que acabo de hacer- ofreció haciéndose a un lado de la puerta para dejarle entrar a aquella sala, donde arriba de la chimenea podían verse un par de fotos en blanco y negro de Shownu, junto con una boina del ejército, que él intuyo era de su uniforme del ejército.

-Siento lo de tu marido, debe ser muy difícil para ti- dijo calmado.

-Él dio la vida por salvar a todos sus compañeros, era un gran hombre- soltó ella con un suspiro, estirando hacia él la taza de humeante café.

-¿Le conocías?- preguntó curiosa.

-No, pero fui yo quien tradujo la primera noticia de lo que le pasó a su tropa- afirmó mientras ella asentía con un movimiento de cabeza.

Recordaba claramente los artículos en el periódico y las noticias de la radio.

-¿Qué te trae por aquí?- cuestionó sentándose en el sofá.

-Verás, mi vecino acaba de enviudar, no está llevándolo bien así que Sana sugirió que podríamos contratarte para cuidarlo y ocuparte de la casa, no te dará problemas, es poco hablador y bastante silencioso- sonrió al recordar a San y su semblante serio.

-¿Pero está enfermo?-

-No, solo está deprimido y no quiere levantarse ni comer, por eso creemos que alguien debe vigilarlo y yo no estoy casi en todo el día- afirmó dudoso.

-De acuerdo, prepararé mis cosas y mañana por la mañana estaré allí- respondió con una sonrisa.

-Gracias, Lisa, te lo agradezco- dijo para después levantarse, dejando la tacita vacía en la mesita y saludándola para marcharse de allí.

Se dirigió despacio de vuelta hacia casa de San, entró sin hacer mucho ruido, llevando algo para desayunar. Sentándose sobre la cama, tuvo miedo de despertarlo porque no quería ser rechazado otra vez, pero se armo de valor y lo llamó.

-San, despierta- le susurró con cuidado para no asustarlo.

Aquel bulto apenas se movió debajo de las mantas, dejando ver un rostro de ojos hinchados, ojeras y cabello revuelto, tan débil a la vista de Yuta, pero tan bonito, que él sintió sus mejillas arder solo por lo que estaba contemplando.

-¿Qué haces aquí?- preguntó sin apenas abrir los ojos, casi enfurruñado.

-Vine a traerte el desayuno, después te ducharas e iremos a dar una vuelta así te despejas un poco- afirmó entregándole el cuenco con yogur y cereales que le había preparado.

-No quiero ir a ninguna parte- soltó serio, sin mirarle.

-San, no te pregunté si querías, te lo estoy ordenando- soltó dando un fuerte suspiro.

Indecentes    San / YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora