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"... Si un amor es verdadero,

este espera en la distancia,

combate en los problemas

y siempre seguirá existiendo

aun cuando los obstáculos vengan..."

-Yuta ven aquí y siéntate- ordenó San palmeando su regazo, bajo la mirada atenta del contrario que fingía no entender a lo que se refería.

Yuta respiró hondo y se acercó a pasos lentos hasta el coreano, sentándose a horcajadas sobre él, colocando las manos en sus hombros para no caer.

El japonés tenía la mirada fija hacia abajo, tanto que San se vio obligado a levantar su mentón, tomándolo suavemente de la mandíbula para hacer contacto visual.

-Amor, sé que no quieres pero tenemos que hablar- sentenció San con una sonrisa tranquila.

-¿Tiene que ser ahora?- susurró Yuta intentando librarse de aquello que le daba tanto miedo.

-Tiene que ser ahora porque mañana ya te vas- afirmó tomándolo con fuerza de la cintura para que no escapara, ya que este se removió intentando huir.

Dejó un lento beso en sus labios, sus mejillas y acarició con suavidad la línea de su quijada para acabar recorriendo sus labios con el pulgar.

-¿Qué debemos hacer ahora?- le preguntó al japonés que nervioso jugaba con el borde inferior de la camiseta blanca que llevaba su compañero.

-Haré lo que quieras- aseguró mirándole fijo preso de un momentáneo y efímero ataque de valentía.

-No me prometas cosas que no podrás cumplir- respondió sonriendo con tristeza.

-San no he venido hasta aquí para decirte mentiras o hacerte castillos en el aire- afirmó convencido de sus palabras.

-Pero tampoco pretenderás que después de lo que paso yo corra como ciego detrás de ti, ¿o esa era tu idea?- preguntó irónico.

-Claro que no San, no soy idiota, te conozco lo suficiente para saber que no harías algo así- afirmó serio, enfadándose poco a poco por el sentido que estaba tomando la conversación.

-¿Y si te digo que si lo haría?- Preguntó curioso de su respuesta.

-¿Lo harás?, ¿volverás conmigo a casa?- cuestionó esperanzado.

-Podría, pero no lo haré. Si me amas de verdad tendrás que esperar los dos meses que faltan para acabar mi trabajo aquí y entonces volveré-

Yuta se levantó con prisa, pasándose la mano por el cabello ofuscado y triste, pensando que no podía decir nada por qué San una vez más tenía toda la razón.

No era justo para su amigo correr tras él ni era lógico que pretendiera eso.

Clavó la mirada en el puerto que se oscurecía de a poco a través de la ventana y suspiro.

-Lo sé San, esperaré mil vidas por ti si hace falta- susurró tan bajo que apenas el coreano pudo oírle.

-¿Y qué haremos cuando llegue allí?- preguntó acercándose despacio y abrazándolo por detrás, apoyando dulcemente la barbilla en su hombro.

-Encontraré la manera de dejar a Sana e irnos juntos- dijo girándose -te lo prometo- aseguró entregándole un beso húmedo en los labios.

-No te apresures, los niños son muy pequeños aun, haremos las cosas bien, tú ahora regresa y cuando yo esté allí empezaremos a buscar soluciones porque no quiero que destroces a los peques- sonrió dándole un besito en la nariz que empezaba a ponérsele roja por las ganas de llorar.

Indecentes    San / YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora