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ㅤ ㅤ ㅤ '' BATHROOM '' ㅤ
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤLAS DELGADAS EXTREMIDADES de la fémina se deslizaban por los lomos de pequeños libros ilustrados, revestidos por plástico transparente que con suerte no se retiraría hasta llegada la lectura. Anhelaba vivir dentro de aquellos mundos, para ella, idílicos; mas con la llegada de su adolescencia, había empezado a comprender que debía olvidarse de los cuentos de hadas e historias fantásticas que solo aparecían en los formatos impresos, repletos de dibujos en blanco y negro y textos, que, sin embargo, le hacían rememorar los vestigios de aquellas fantasías de su infancia.
Inmensos rayos de luz penetraban los ventanales, abocados a repisas llenas de shōjos sin dueño. El verano amenazaba con alcanzar tierras tokiotas, y las temperaturas altas sólo hacían resplandecer las ganas de (Nombre) de lanzarse a un colchón viscoelástico del que jamás se levantaría. Cansancio, sueño; pero apenas eran las tres de la tarde, un ordinario sexto día de la semana. Los orbes de la fémina miraron a su acompañante, quien reanudaba un tema de conversación que a ella ya le resultaba desabrido.
—Me rehúso a creer que no te gusta —palabras insípidas a su parecer; tan retiteradas que le hacían perder la atención.
—Siempre igual —Ella había creado un protocolo para sí misma. ¿Mismo tema? Misma actitud.
—Recapitulemos, (Nombre) —las hebras doradas de su acompañante no hacían más que interrumpir su visión, bajo un vago intento de allanar en su campo de visión; lo logra, tras intentos de la fémina por ver sus figura como algún translúcido elemento que le permitiera obtener la misma información perceptiva de minutos atrás. Rendida, suspira; sus luceros conectan con dos esmeraldas que la miran fijamente—. Vuestra historia es idéntica a la de los mangas que leo. Siempre estáis hablando, no sois capaces de estar separados sin conversar entre vosotros, y sólo confía en ti cuando se trata de algo relacionado con la pandilla —mirada hastiada en respuesta.
—Chifuyu, sabes que los temas amorosos no son mi punto fuerte; es más, no creo que nunca pueda estar en una relación con él —admitía, en voz baja, cautelosa. El rubio no despega su mirada de ella en ningún momento.
—¿Entonces admites que te gusta? —interroga divertido, se entromete en sus pensamientos, también en sus movimientos, pues golpea suavemente el hombro femenino.
—Cállate —Réplica rápida, concisa. Chifuyu despejó su camino, haciendo un movimiento al que ella no le prestó atención. Ignorante del resto de sus vocablos atrevidos, se queda en silencio. Pero pese a una aparente rendición, sus labios vuelven a interrumpir su pensamiento.
Y ella a veces se preguntaba como, aún así, ese rubio se trataba de su mejor amigo.
—Y sobre tu famoso comentario habitual "no sé lidiar con el amor", tengo una solución —las falanges del chico escaneaban con la mirada numerosos caracteres impresos en cubiertas con colores llamativos, alcanzó una de esas impresiones protegidas en vinilo; en cierto momento, el tomo uno de un manga desconocido para ella allega a sus manos como un preciado tesoro—. Léete este manga, te vendrá bien.
