Capítulo 20

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Se encontraban ambos en el apartamento de Eren después de aquel almuerzo con Jean y Pieck. Previamente, Mikasa había ido al suyo para asearse y cambiarse de ropa por una más cómoda, y había retornado porque pidió permiso de hornearle algo a Tom. Recordaba que Carla hacía galletas para la merienda y hace mucho que el niño no comía algo así en sus tardes.

— Listo, ahora solo queda esperar —se dijo a sí misma mientras se quitaba el delantal y los guantes usados para meter la bandeja en el horno.

— ¿Terminaste? —Eren se acercó por detrás y le susurró al oído.

Se había acercado sigilosamente y ahora la tenía acorralada contra la encimera. Se le había pegado peligrosamente y colocó sus manos sobre las de ella, impidiendo que pudiese escapar o escabullirse por debajo.

— Tambien te daré galletas —ofreció ella, manteniendo la calma que la caracterizaba pero aquella cercanía que tenía con ella a menudo, la ponía nerviosa y, hasta cierto punto, ansiosa.

— Así que... salías con dos personas a la vez... —comentó en el mismo tono de antes. Aun pensaba en lo que había escuchado de Pieck y le había molestado un poco, aunque era consciente de que no era algo actual. Además, no tenía por qué reclamarle, no estaban juntos en ese entonces y, de hecho, tampoco ahora, pero no evitó imaginarlo por lo que se encontraba algo fastidiado.

— No fue así... —ella quería sonar indignada por el hecho de que la haya considerado ese tipo de persona en su mente, pero más que un tono defensivo, su voz salió cohibida, él había logrado distraerla.

— ¿Segura? —insistió.

Ella ya no pudo responder cuando sintió aquellos labios sobre su cuello, ¿qué quería, volverla loca? Eren besaba aquella zona y le apartó el cabello para poder seguir recorriendo su piel por la nuca, de donde descendió besando hasta donde la ropa de ella le permitía.

Mikasa lanzó un último suspiro antes de darse el valor de girarse y mirarlo de frente. Él se encontraba muy cerca y tuvo que apegarse a la encimera para alejarse un poco.

— Estás muy cerca —reclamó ella.

— Tú no me estás apartando —sonrió—. ¿Te molesta? —se acercó más a su rostro.

Un brillo inusual se percibió en su mirada cuando el castaño le rozó los labios con delicadeza. Sentía la respiración contraria soplarle la comisura superior de la boca y sintió ansias por ser ella quien rompiese la poca distancia que quedaba entre ellos.

— El idiota de Jean, quien siempre iba tras de ti en bachillerato, tiene novia ahora, ¿tú cuándo piensas ser la mía?

— No puedo ser tu novia —respondió ella sin apartar la mirada de esos labios que la estaban atrayendo, cada vez con más fuerza.

— ¿Y eso por qué? —se puso serio, alejándose un poco.

Ese cambio de actitud la tomó por sorpresa y la devolvió a conciencia, ¿qué por qué no podía? No había una razón en específico, era ella quien se veía inestable a iniciar algo serio. Pasó mucho tiempo tomando a la ligera a muchas personas, haciéndoles daño y eso no era algo que quisiese hacer con Eren... o al menos eso quería pensar,

— Te haré daño —advirtió ella, igual de seria.

— No lo harías —entrecerró los ojos viéndola con agudeza, ¿esa era una excusa?

— Escuchaste a Pieck —explicó—, soy inestable. Ahora mismo te amo mucho pero quien sabe lo poco que me importarás mañana —se acercó peligrosamente a él pero luego se distanció.

El hijo de mi ex [Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora