Capítulo 24

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...na cirugía necesaria —logró escuchar apenas.

Bien, solo hágalo —eso se escuchaba como la voz de su primo.

Llévenla a preoperatorio —ordenó.

Sintió que la movilizaban pero todo se sentía tan lejano a ella.

¿Qué tan apegada estaba a este embarazo? —alguien preguntó pero no supo quién fue.

No lo sé, ni siquiera sabíamos que...

Los ojos se le volvieron a cerrar y de ahí no pudo recobrar la consciencia hasta mucho después. Despertó solo para descubrir que sus padres habían muerto y qué habian tenido que practicarle el aborto para poder hacerle una cirugía que necesitaba. ¡Genial! Vino a destruir una vida y terminaron siendo tres. Era su castigo, ¡estaba segura! Por ser egoísta y solo ver por ella misma, apenas y se lo dijo a sus padres y no los dejó intervenir en sus decisiones. Creyó que estaría bien deshacerse de ese embarazo ya que sus padres eran todo lo que ella necesitaba, pero ahora se había quedado sin ninguno.

***

Abrió los ojos nuevamente, a diferencia de otras veces, logró ver con claridad la pared blanca de aquella habitacion en la que se encontraba y luego escuchó el sonido del monitor. Estaba en una habitacion de hospital, lo reconoció porque no era la primera vez que estaba en una, incluso el olor característico de ese tipo de lugares, inundó sus fosas nasales.

No le gustaba. Estar ahí le recordaba la vez que perdió a sus padres. La sensación de soledad la abrumaba nuevamente. Pasó mucho tiempo sintiéndose aislada, pese a tener a Levi, Hange y sus sobrinos, era como si ella no perteneciese a ellos; esa era la familia de su primo, no era la suya.

Sí, por eso no le gustaban los hospitales, la hacían sentir muy negativa, con tristeza, culpa, ira, y muchas cosas más. ¿Y por qué estaba ahí otra vez? Pensó y, aunque terminó por dolerle la cabeza, recordó lo que había pasado. Estaba regresando a casa en un taxi y les chocaron, pero ella no estaba sola... ¡Tom! ¿Qué había pasado? Se alarmó mucho, si algo le sucedía a ese niño, no se lo perdonaría nunca...

Se incorporó pero claramente le dolió esta acción.

— ¡Hey! Tranquila... —Eren, quien entraba recién a la habitación, se apresuró a llegar a ella al verla sentada y con gesto de confusión.

— Eren —lo reconoció— ¿Qué pasó? ¿Y Tom? —se quiso poner de pie pero su pierna derecha estaba completamente vendada y dolía cuando la movía.

— Tranquila —repitió, acomodándola nuevamente en la cama—, no deberías moverte así —regañó con tono suave y presionó un botón al lado de la cama.

— ¿Tom está...? —le invadió el miedo.

— Está bien, está en casa... —respondió tranquilo.

Entraron los profesionales del hospital a evaluarla y determinaron que ya se encontraba consciente y bien, al parecer. Dieron algunas recomendaciones a Eren, quien era el que estaba de visita ese día, y salieron de la habitación.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó el castaño— ¿Aun te duele? —se le veía preocupado.

¿Dolor? Sí, dolía... pero parecía ser algo muy normal en su situación por lo que no había querido tomarle tanta importancia.

— ¿Está bien, entonces? ¿No se lastimó? —aún seguía dándole vueltas a eso.

— Se lastimó —admitió—, pero fue algo menor... si lo comparamos a cómo estabas tú —su expresión se tornó culposa—. Te llevaste la peor parte, creo que lo protegiste... En serio, gracias —agachó la cabeza, no podía verla directamente, sentía parte de la culpa de que ella hubiese terminado así.

El hijo de mi ex [Eremika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora