Capítulo 3

2.5K 103 13
                                    

Miles

Hugo apareció con las entradas en mano, primero fue la montaña rusa donde una chica le vomitó a mi mejor amigo en plena vuelta y no podíamos parar de reír. No podía ir a cambiarse así que no le quedaba de otra que pasar tal cual a la esperada casa del terror.

Todos salen corriendo por las puertas luego de ingresar, cabe mencionar que les tengo un leve miedo a los payasos y me está comiendo por dentro la ansiedad de que pueda haber alguno allí dentro.

—¿Preparados? —preguntó una mujer vestida de blanco y una sonrisa que asustaba a cualquiera—. No hay vuelta atrás.

Sus pies eran reemplazados por palos gigantes que la hacían ver aún más aterradora. Para no parecer un estúpido no cerré los ojos y con escalofrío caminé rápido hacia el lugar junto a los del grupo.

Oscuridad.

No se podía ver nada, caminamos en fila hasta que una luz se encendió y apareció una persona con una motosierra.

—¿Algún valiente? ¿No? Pues los voy a cortar uno por uno —encendió el objeto y corrimos buscando una salida, varios se golpearon con las paredes acolchonadas como otros lograron salir también.

—Theo no te separes —dije caminando.

No escuché su voz, muy raro si se pasa hablando.

—¿Theo? ¿Chicos? —el pánico fue creciendo y cuando vi a quien estaba tocándole el brazo fue como si hubieran sacado mi pobre corazón, y lo hubieran puesto de nuevo.

Era un payaso que se volteó sonriendo y con un bate, me quedé paralizado, la gente que quedaba acompañándome corría pero yo no podía hacerlo. Cuando se iba acercando cerré los ojos para escapar, una jodida mala idea, lo sé porque choqué con una pared.

—¡Ayuda! —una persona con una cabeza gigante abrió una puerta.

—¿Quieres salir? —hay dos opciones, actúa muy bien sin salirse de su papel o quiere matarme apenas pase por su lado y nunca más ver la luz del día.

—¡Si y no! —me fui en la dirección contraria encontrándome con mi peor pesadilla otra vez, jodido payaso— ¡Theo, Hugo, chicos!

Me dejaron solo, no quiero pensar que fue apropósito.

Nunca me había pasado tenerle tanto terror a un simple disfraz. Cuando salí por esas grandes puertas completamente empapado en sudor me encontré a los imbéciles comiendo algodón de azúcar. Me molestó tanto que fui a encararlos pero antes de decirles algo se me cruzó una familia por enfrente y sentí algo en el pecho.

Uno de sus hijos me empujó por accidente al suelo y caí pegándome en la cabeza.

Fue extraño, demasiado el escuchar una especie de sonido muy agudo y que no pudiera enfocar la vista.

—Oh por dios, tengan más cuidado —a lo lejos una mujer se agachó a mirarme y el que supongo que es su esposo también—. ¿Cariño estas bien?

Quise decirles que si pero un quejido salió de mi boca al intentar levantarme.

—Te llevaremos al hospital, amor su cabeza está sangrando —llevé mi mano derecha para comprobarlo y era cierto.

—No te levantes, chico —habló su pareja—. ¿Sabes el número de tus padres?

—No, soy huérfano —quise sonreír cuando me miraron muy culpables—. Es broma, estoy perfectamente bien.

—Te podemos llevar, no es problema para nosotros.

Aventuras de un herederoWhere stories live. Discover now