Capítulo 35

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Miles

Estar en una celda no es como pensé, no es como en las películas en donde te rodean de matones, es mucho peor. Todo está sucio, hay un olor impresionante y asqueroso que me hace querer devolver todo lo que comí. Además, debes permanecer sentado con policías a tu alrededor vigilándote y asilado del mundo. Es primera vez que estoy en un lugar como este y ha sido una pesadilla.

No he parado de pensar en lo decepcionado que se sentirá Alexander al encontrarnos aquí. A estas horas de la noche ya le hayan avisado de esta lamentable situación y conociéndolo es capaz de llamar a un internado apenas estemos colocando un pie fuera de este lugar. Temo la zurra que me quiera dar y más su regañada.

He llorado durante dos horas, aunque me avergüence admitirlo, tengo los ojos hinchados y ni hablar de Milan, este ha vomitado hasta por debajo de los asientos. No sé cómo puede seguir de pie. Estamos abrazados, no quiero que nos alejen.

—Cometí un delito —sollozó en mi oreja—, soy un estúpido, estará en mi hoja de vida y cargaré con esto...

—Me rompes el oído —le grité y lloré yo—, cometimos el peor error del mundo.

—Tú me arrastraste a esto.

—Tú me quisiste acompañar —le contesté—, no merezco toda la culpa.

—Silencio —nos regañó un policía y cerramos los ojos del susto.

—¿Qué crees que diga papá de todo esto? —preguntó Milan sorbiendo su nariz.

—Nos va a desheredar —admití con sinceridad—, desde hoy ya no tendremos el apellido Campbell en nuestros registros.

—¿Nos devolverá con mamá? —preguntó asustado.

—En realidad nos encerrará en un campamento militar si tenemos suerte.

—No bromees con eso...

—Uf, créeme, no lo hago —quise estar equivocado—. Joder.

—No quiero que pase por nosotros —dijo bajito—, estará muy molesto. Le arruinamos la casa, bebimos y estamos arrestados ¿y si nunca nos dejan salir de aquí?

—Pagará la fianza, eso espero...

—Miles... —su labio tembló con un puchero—, dime que saldremos...

—Si hermano, ojalá —tragué saliva.

—Consumí droga, no estará contento —susurró Milan con nervios—, además...

—Silencio, alguien viene...

Me acomodé en el asiento y uno de los policías se acercó a la celda con un par de llaves que llamaron mi atención. Ambos nos reincorporamos y no le prestamos atención a las demás personas que nos rodeaban. Intentamos disimular y nos abrazamos mucho más fuerte por si las dudas.

Estoy con la adrenalina a tope, no sé si es por el alcohol que todavía tengo en las venas o el pensar lo que me tiene preparado el futuro. Admito que no pensé bien este plan, debí tal vez reducir el ruido, pero siempre quise hacer una fiesta así de grande en casa...

—Ustedes dos, salgan —me congelé apenas nos hablaron.

Eso solo puede significar una sola cosa, nuestro fin ha llegado. Alexander está en la ciudad. Lo más probable es que no salgamos vivos de esta.

Dios, soy yo de nuevo.

¡Me arrepiento! De verdad universo, con todas mis fuerzas y jamás de los jamaces volveré a cometer algo como lo que hice, pero sálvame.

Aventuras de un herederoOnde histórias criam vida. Descubra agora