MEMORIAS: Día 172

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Frankfurt am Main, Alemania
30 noviembre 2015

ROMÁN

Prácticamente corro por los pasillos del edificio en Alemania luego de buscar por todas a partes a mi encargo. La dejé al cuidado de Dmitry por dos semanas y a penas llego y me dicen que no está por ninguna parte.

Sé que una vez intentó escaparse, pero hacerlo de nuevo, es un suicidio para ella.

Cansado por el viaje desde Estados Unidos hasta acá, y me toca ir detrás de una chiquilla que se cree muy lista por huir de una de las mafias más grandes y en territorio peligroso. Abro de una patada la habitación asignada para Raysa y para mí, pero me detengo en seco viendo algo completamente inesperado.

—Hola —dice de forma tímida llevando un mechón detrás de su oreja.

—Te he estado buscando ¿dónde estabas? — no pasa por alto el tono airado de mi voz.

—Aquí — sus ojos se tornan en disculpa — esperándote.

—Me dijeron que te habías escapado.

Una pequeña sonrisa tira de sus encantadores labios levantándose para acercarse a mí, y por primera vez desde que la encontré aquí me percato de que solo lleva un camisón de seda con una bata por encima. Muevo mi cabeza despejando el aturdimiento de sus piernas claras desnudas que combinan perfecto con el tono crema que la cubre hasta los muslos.

—¿Por qué haría eso? — juega con sus dedos sin saber qué hacer.

Me encuentro igual que ella sin saber cómo moverme, esto es desconcertante y el que a mi mente solo le importe enfocarse en sus ojos color ámbar y no en los azules que constantemente están para mí me alerta.

—¿Quieres cenar? — señala a su espalda — quise hacer algo para ti, pero no sabía que te gustaría.

Recupero la compostura viendo la comida servida en el mesón de la pequeña cocina en el lado este de la habitación. Sonrío embelesado por su gesto. Me acerco a ella rozando mis dedos en su mejilla suave levantando su barbilla para que me observe.

—Lo que sea que hayas hecho seguro me encantará.

Camino llevándola conmigo para sentarla junto a mí en uno de los taburetes. Los platos son sencillos, pero se ve el esfuerzo que puso. No lo ignoro dado su condición, aprecio mucho el que haya hecho esto. Tomo un trozo de pescado saboreando la combinación de sabores y especias que usó.

—¿Te gusta cocinar? —pregunto viéndola cortar sus verduras.

—En ocasiones especiales — sus ojos me ven risueños y las mejillas con ese tono rosado la hace lucir encantadora— cuando debo pedir disculpas, agradecer o celebrar.

—¿Está tiene alguno de los tres? —asiente tamborileando los dedos con ansias sobre el cubierto.

—Celebración — levanto una ceja con curiosidad. — Logré culminar la fórmula de la droga con éxito — la sonrisa que me da, refleja la mía en demasía.

—Quiere decir...

—Venus está casi lista, faltan las pruebas.

Me levanto extasiado yendo hasta su lugar abrazando su cuerpo al mío. Su reciprocidad y receptividad me descoloca y supongo que es debido al momento y la noticia, sin embargo, cuando me separo sus manos se mantienen en mi nuca evitando que me aleje lo suficiente, su respiración la siento en mi cuello erizando cada vello de mi piel, permitiendo que mis manos comiencen a sudar por el extraño latido acelerado de mi corazón.

Sus ojos ambarinos van de los míos azules a mis labios como pidiendo permiso. Rozo su nariz con la mía dándole el acceso que requiere, no pierdo segundo en el que sus pestañas tocan la parte alta de sus mejillas cuando el primer roce de labios llega dejándome llevar y sé que por esta noche olvidaré a mi único amor y me permitiré hacerla completamente mía.

—¿Te gustó la cena? — dice luego de separarse, sonrío tomándola en brazos para ir a la cama.

—Sí, aunque prefiero algo más exótico.

Y más allá de referirme a mis gustos gastronómicos, es porque realmente la prefiero a ella, aquí, hoy, en mi cama. Mi lindo peón.

Mi linda creación.

Mi pequeña droga.

SEVICIA ✓ │ [+18]  TerminadaWhere stories live. Discover now