MEMORIAS: Día 178

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—¿Cómo crees que se siente la muerte? — pregunto viendo el cielo oscuro.

—¿Cómo te sientes en este momento?

Lo pienso por un momento, diviso unas cuantas estrellas, las pocas que se pueden ver en algunas épocas del año en Rusia, las instalaciones están en silencio y no hay nadie en la azotea de la residencia. A pesar del frio, logro sentirme un poco plena, pero se a lo que se refiere Varick. La incertidumbre de saber que cualquiera nos puede meter un tiro, o entrar en medio de una noche como hoy y ahogarnos o poner algo en nuestras bebidas, o aun peor, que nos torturen con el punto débil de cada uno.

—Ahogada, insegura de dar un paso en falso.

—Así se siente.

Giro a verlo, la poca luz le alumbra la nariz y algunos mechones desordenados en la frente.

—¿Desde que estas en la mafia, te siente así?

Mueve la cabeza haciendo un ruidito desde su garganta.

—Unos días más que otros — sus ojos de diferente color me observan — Es mas jodido cuando guardas secretos o conspiras contra alguien.

—¿Cómo nosotros?

—Como nosotros — sonríe de forma triste.

Pocas veces tenemos estas oportunidades, tenemos rastreadores y geolocalizadores. Nos pueden encontrar en cualquier momento así no estemos haciendo nada malo.

—¿Cómo era tu vida fuera de aquí? — pregunta y no dudo en la respuesta.

—Divertida — no se me ocurre otra palabra — Tenia una vida Varick, estudiaba, tenía sexo, viajaba, hacia cosas que amaba porque quería hacerlas, no porque me las exigieran a cambio de mi existencia.

—Suena divertida.

—¿La tuya? — pregunto lo mismo.

—Traumante — se encoje de hombros — Siempre estuve dentro de la mafia, los únicos momentos que viví que creo que tuve una vida real, no la recuerdo, estaba muy pequeño. — su confesión me pone triste, saber que nunca tuvo una oportunidad — vi hombres mutilados, masacres, torturas, también vi sexo por montón, tuve sexo por montón — se ríe — esa es la parte buena.

—¿Crees que salgamos de esto?

Suspira sin responder y creo que no debe hacerlo. Cierro los ojos sintiendo el frio moverse por encima de nosotros. Entrar en esta vida consiste en no confiar en nadie. Al hacer un trato con cualquiera de aquí es ponerse la soga al cuello y rogar porque se rompa con tu peso. Pactas con tu vida, y los secretos que oyes o cayas en vida, te los llevas a la tumba.

Escucho el pequeño soplo cuando aumenta el viento. En lo que creo que ya no va a responder, su voz se hace paso en susurro.

—Saldremos muertos, Tiare — se sienta tomando mi mano, desliza algo frio y lo observo con preocupación — Prométeme que, si la vida de alguno está en riesgo y tu puedes salvarte, lo harás.

—¿Tu harías eso?

—Si — aprieta mi mano para luego soltarla dejando el pequeño dispositivo en mi mano— Lo haría, te dejaría morir si eso me salva la vida.

Lo veo fijamente dándome cuenta de que en este mundo lo mejor es desaparecer en el momento que tengas una oportunidad, o si no, tomar el juego a tu favor.

—¿Qué pasa si la muerte me encuentra primero? — frunce el ceño.

—En esto momento tienes el poder en tus manos.

Toco sus dedos pensando rápidamente tratando de ordenar las ideas que se me vienen antes de ponerlas en mi boca.

—Y si... ¿Qué tal si encuentro la manera de no morir?

—¿Cómo harias eso?

—no lo se, pero podemos idear alguna manera.

Y creo saber cuál es.

—Si la encuentras, sería una suerte si no se dan cuenta.

—No lo harán.

No estoy tan segura de que pueda funcionar, pero puedo sacarle provecho y tratar de salvar la vida de los dos, y si no, por lo menos a uno de los dos cumpliendo nuestra promesa.

Cierro mis manos empuñando mi tabla de salvación.

Todo tiene un margen de error y espero que no me fallen los cálculos.

SEVICIA ✓ │ [+18]  TerminadaWhere stories live. Discover now