Mi sumiso hetero

Consejos de una madre

Alguien llama a mi puerta y entra mi madre, me trae un zumo y una empanadilla que sobró de ayer, mientras deja estos en mi mesa me mira y seguido se sienta a mi lado en la cama.

-¿Ha pasado algo hoy en clase? te noto triste Lurtxi- mi madre me habla mencionando el mote que ha usado conmigo desde que tengo memoria.

Soy consciente de lo afortunado que soy por vivir sin preocupaciones y con dos padres que se quieren aunque opinen distinto, a pesar de como aparenta ser mi padre con sus charlas sobre ser un hombre, se que sea como sea me va a querer al final del día, y eso me tranquiliza mucho. Mi relación con mi madre es muy cercana, le hablo de casi todo y ella también hace lo mismo conmigo, jamás me dijo que existía Olentzero, que es el nombre que le damos en el País Vasco a Papá Noel, me hacia regalos diciendo que así recordábamos al hombre tan caritativo que fue ese hombre de caserío.

*Cabe destacar que en la historia de Olentzero, este fue un hombre que vivía solo en la cima de una montaña, era carbonero asique siempre estaba manchado de carbón, y una vez al año bajaba a los pueblos a repartir carbón a las familias, para que se mantuvieran calientes ese invierno.*

-Ama... ¿a ti cuantas veces te rechazaron antes de que conocieras al aita?- le pregunto.

-Conocí a tu padre en la universidad, antes de salir con él me gustaron otros dos chicos pero los dos me rechazaron después de un tiempo, por mucho que yo les dedicara tiempo no podía obligarles a quererme-la veo hablar de ello con una sonrisa- el amor no es lo mismo que el interés, si os queréis quien sea que este en tu cabeza y tu, ten por seguro que los dos daréis lo mejor de vosotros para hacerlo funcionar- acaba por decir mi madre.

En ese mismo momento decido sacar mi teléfono y empezar a escribir a Su con las mejillas sonrosadas.

-¿Cuándo nos vemos?- envío el mensaje.