Capítulo 20

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Daniela tenía la esperanza de que ninguno de los hermanos Navarro se hubiese percatado de la mirada penetrante que Adriana le había dirigido en el momento que Javier las saludó a ella y Brianda como «Cuñaditas», sin embargo, por la discreta risa que prosiguió por parte del menor, era seguro que la había visto.


—Bueno —habló Daniela una vez las presentaciones y formalidades fueron realizadas—. Es mejor ponernos en camino ahora, antes de que se haga más noche. ¿Todos cabremos en la camioneta o nos dividimos en dos vehículos?


—Cabemos si nos acomodamos bien, la parte trasera es amplia.


—Perfecto, entonces vamos.


Veinte minutos después ya emprendían el camino para salir de la ciudad. Rafael volvía a estar al volante, ella se había ofrecido a ir en la parte de atrás junto a sus hermanas y dejarle el asiento a uno de los Navarro, sin embargo, los tres chicos declinaron la idea. Ahora los cuatro más chicos viajaban un poco apretados en el asiento trasero, aunque todavía existía el espacio suficiente para que nadie fuese incómodo.


—La próxima semana tendré dos exámenes —contaba Brianda en ese momento, Javier y ella habían iniciado una charla sobre la carrera de la joven—. Por fortuna el lunes puedo faltar sin verme afectada por ello, solo perderé dos clases.


—¿Y si llegan a dar algo importante?


—Me pondré al corriente con ello —contestó la chica con un encogimiento de hombros—. No me preocupa mucho, llevo buen promedio en todas mis materias.


—No seas presumida, Bri —se quejó Adriana en tono de broma y recargó la cabeza en el hombro de su hermana—. Los simples mortales necesitamos esforzarnos más para salvar el semestre.


—Dramática —debatió la castaña—. Sé que llevas promedio por encima del ocho en todas tus materias, así que ni digas.


Daniela rió al ver a través del espejo retrovisor la mueca que Adriana hacía ante las palabras de Brianda.


—Así que las hermanas Galicia son tres listillas, ¿no es así? —Luis Felipe levantó la vista de su celular y fijó la vista en Daniela— ¿Qué promedio llevabas tú en la escuela?


—Me gradué con nueve seis, pero hubo una ocasión en que casi pierdo dos de las materias institucionales por irme de viaje a Veracruz tres fines de semana seguidos. Aunque eso nunca lo supieron mis padres.


—Al parecer tu novia es una chica rebelde, Rafael —Javier se inclinó entre los asientos delanteros para poder mirar mejor a su hermano mayor—. Ten cuidado con ella o te traerá loco —dicho eso, guiñó un ojo a la pelinegra y volvió a acomodarse en su lugar.


—Podríamos volvernos locos mutuamente —comentó el conductor sin apartar la vista del camino—. En una ocasión me escapé con mis amigos a Las Vegas antes de los exámenes. Sigo sin saber cómo aprobé todo con buenas notas.


Rafael miró de soslayo a Daniela una fracción de segundo antes de regresar a la carretera, solía ser bastante cuidadoso al conducir, especialmente de noche. Cuando más ahora que llevaba cinco vidas extras consigo.


—Bueno... —Luis Felipe suspiró— ¿Cuáles son los planes para mañana? Rafael no dijo mucho al respecto cuando hablamos, solo mencionó que tenían grandes planes.


—Oh, sí que los tenemos —agregó Brianda con alegría—. Hay unos lugares bastante hermosos que visitaremos. Caminaremos mucho, también podremos nadar y, definitivamente, comeremos delicioso.


Su emoción era tan palpable que el resto se vio contagiado de ella. Se pusieron a conversar de sus viajes y los lugares que conocían, tanto de México como de lugares fuera del país. Rafael y Daniela no participaron tanto como les habría gustado, el primero porque no quería distraerse y la chica por el simple hecho de ir pensando en otras cosas. Al menos ya había dejado atrás el temor de que sus hermanos no se llevasen bien. Al perecer tenían mucho de qué conversar y el resto del viaje ellos llenaron el silencio.


—Me gustaría hablar contigo —Daniela estaba guardando la maleta que había preparado para el día en la cajuela de la camioneta y se sorprendió del tono del joven.


—Claro —la joven notó que los demás estaban distraídos, Adriana ni siquiera había bajado todavía—. Dime.


—Verás —comenzó Rafael—. Tengo que regresar a Ciudad de México por algunos días, hay cosas que requieren mi presencia en la empresa y tengo dos compromisos sociales a los cuales asistir. Calculo que tal vez demore diez días y me preguntaba si te gustaría venir conmigo.


Esa solicitud tomó a la joven por sorpresa. Nunca, en realidad, había considerado involucrarse en la vida que el joven tenía en la capital. Algo, sin duda, un poco egoísta de su parte. Él ya había pasado casi un mes en la hacienda, involucrándose en las actividades que ahí se desempeñaban, empapándose del campo y ni una sola vez se había quejado de ello, ¿qué clase de persona sería Daniela si ella se rehusaba a hacer lo mismo? Nada le costaba y, por el contrario, sería interesante ver al chico en su ambiente.


—Sí, por supuesto, me gustaría acompañarte —para la joven no pasó desapercibida la sorpresa que se reflejó en los verdes ojos del contrario, no pudo evitar sonreír—. ¿Querías que dijera que no?


—¿Qué? No, claro que no. Es solo que... —Rafael jugueteó con las llaves en su mano de manera distraída, cosa que hizo reír a la chica.


—Hablaré con mi padre cuando regresemos. ¿Qué día nos vamos?


—Bueno, Luis Felipe me dijo que regresara con ellos el lunes por la noche, pero tal vez es un poco apresurado para ti, así que podríamos irnos el miércoles por la mañana. Revisaré vuelos disponibles.


Daniela lo meditó un poco. Notaba que el chico estaba tropezando un poco con las palabras. Era un tema igual de complicado para él, quizá le daba más importancia de la necesaria. A final de cuentas estaban consiguiendo un extraño equilibrio entre la normalidad y lo peculiar de sus circunstancias. El que ella viajase con él sin duda era un paso más a lo inevitable, una pieza más al rompecabezas de su extraña realidad.


—Si organizo bien las cosas con mi padre, podríamos irnos el lunes con tus hermanos. No hay problema, ¿de acuerdo?


—Bien —el chico se relajó y encontró la mirada de la chica—. Gracias, Daniela.


—¡Ya estoy aquí! —Adriana bajaba la escalinata principal con su mochila al hombro y una gran sonrisa—. Disculpen la demora, es solo que no encontraba algo importante.


Llegó hasta donde ellos estaban y arrojó su equipaje junto al de Daniela. El pequeño momento que estaba compartiendo con Rafael se esfumó. A los minutos todos se estaban acomodando en el vehículo, listos para aquella pequeña aventura turística. 

Lᴀs ɴᴜʙᴇs ᴛɪᴇɴᴇɴ ᴄᴏʟᴏʀ ᴅᴇ ʟʟᴜᴠɪᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora