Moles and constellations

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Draco Malfoy

4 meses después

Me encontraba en la sala principal de la mansión acostado en el sofá con mi pijama de cuadros y una camiseta negra mientras leía "El retrato de Dorian Grey" por milésima vez.

El olor de la comida que prepara mi madre me comenzaba a desconcentrar y solo aumentaba mi apetito. Pase a la página doscientos catorce cuando el par de golpes en la puerta principal me alerto.

— ¡Draco, fíjate quien es antes de abrir! — Mi madre me advirtió sin salir de su cocina.

Me levanté con mínimas ganas caminando hasta la puerta de madera, la abrí ignorando la petición de mi madre.

Un ladrido fuerte y grueso me sobresalto haciendo que dejara caer mi libro al suelo. El dóberman blanco con negro empujo la puerta entrando por completo, tomo el libro con el hocico dejándolo sobre el sofá con apuro antes de abalanzarse sobre mí a lamerme la cara con desespero.

—Cerbero basta. — La voz de Erlik le pedía que se detenga con la mayor autoridad posible, pero el perro ni se inmutaba. — Cerbero no es comida, suéltalo, joder. — Pero nuevamente le importo muy poco porque ni atención le presto.

Rei por primera vez en meses al sentir los lengüetazos desmedidos del perro.

— Hey amigo, dame un segundo para respirar. — Automáticamente el perro paro sentándose frente a mi moviendo la pequeña cola que tenía.

—Lo sabía. — Erlik hablo, note la mochila que tenía cargada en un brazo, era extraño de ver porque esas piezas no hacían parte de si closet, era demasiado urbano para su estilo.

— Sabías ¿qué? — Cuestione acariciando la cabeza del perro.

— Eres el único que puede con el — Señalo al perro. — Desde Eya, el no ha comido casi nada, no obedece y no deja que nadie entre a su habitación. Además, ha mordido a Frey cuando trato agarrar el murciélago de peluche de, Freya. —El perro pareció entender porque le regalo un ladrido al chico con el cabello casi blanco. Los mechones negros ahora eran el detalle, no como era cuando lo conocí, nada era como cuando lo conocí.

— No estoy seguro si mi madre me deje tener un perro.

— Cualquier perro no, pero ese claro que sí. — Mi madre salió de la cocina secándose las manos con el mandil que tenía amarrado a la cintura.

Erlik le sonrió saludándola. — Buenas tardes, señora Malfoy.

— Solo Narcissa, cariño. - —Se acerco a Erlik dándole un beso en la mejilla y acomodando su cabello. Cerbero le lamio la mano con suavidad. — Ay, pero mira, si es una dulzura. Como no podríamos aceptarlo.

— Mamá no creo que sea lo suficientemente ap-.. —Mi madre me miro con severidad.

— Has querido uno desde los dos años, no es momento para rechazar la única oportunidad que te daré en toda tu vida. — Miro a Erlik con una sonrisa. —¿Te quedas a almorzar, mi niño?

— Me encantaría, Narcissa. Pero me estoy encargando de los negocios familiares y justo en unos minutos tengo una reunión con el ministro, lo lamento.

Mi madre asintió. — No te preocupes, Draco cuidara bien del perro. Ahora anda que podrías llegar tarde, ya otro día comeremos juntos.

Erlik sonrió entregándonos la mochila con las cosas de Cerbero, se despidió para darse media vuelta e irse.

— Llévalo a conocer tu habitación, además que aprovechas para peinarte un poco y bajas a almorzar que la comida ya estará lista para ese entonces. — Asentí dejando que mi madre besara mis mejillas con cariño exagerado.

Le indique a Cerbero que me siguiera y el obediente lo hizo subiendo las escaleras. Abrí la puerta de mi habitación y el perro se abalanzó hasta la camiseta que Freya siempre solía utilizar.

Se que los perros no son tan expresivos, pero podía jurar que el la estaba pasando tan mal como yo cuando vi como tomo la pieza con su hocico.

El alma se me fracturo una vez más cuando se acostó sobre ella cerrando los ojos.

No había dormido en días, quizás semanas. Se le notaba en el semblante.

Me acerque a él tratando de quitarle la tela, pero me gruño sin ganas. — Solo quiero que subas a la cama, se me hace de muy mal gusto que mi nuevo invitado duerma en el suelo como cualquier cosa. —Me acerque al colchón dando dos palmaditas sobre ese, pero el perro se negaba a subir.

— Puedes traerte la camiseta si así lo quieres. —No quería levantarse. —Vamos cerbero, la cama esta más calentita y cómoda. — Soltó un pequeño gruñido de fastidio tomando la camiseta entre dientes con cuidado y se subió a la cama acurrucándose entre mis almohadas. Sonreí acariciándole el lomo y me levanté con cuidado agarrando la manta que se encontraba en la silla de mi escritorio. — Era la manta que ella siempre usaba cuando iba a leer a la biblioteca, tómalo como un regalo de bienvenida. — La levante poniéndola sobre el perro que cerraba los ojos poco a poco preso del sueño.

Rei internamente al notar que el olor de Cerbero era similar al perfume de Freya.

Frutos rojos.

Y después lo confirme cuando saque sus cosas de la mochila y los mil productos odorantes cargaban con el mismo aroma.

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Eran las casi diez de la noche cuando salí al patio con Cerbero, mi madre insistió en que era necesario para su salud y para la mía también.

— Okey grandote, haz lo que tengas que hacer. — Le di un golpecito en el lomo alentándolo a que hiciera lo que tenía que hacer. Pero solo soltó un bostezó echándose sobre el pasto. Sonreí. —Eso pareció ser un definitivo no. —Me senté a su lado con las piernas cruzadas en posición de flor de loto viéndolo. Sus colores resaltaban en absoluto, nunca había visto un perro de su raza con esas tonalidades, el tenía blanco en lugar de las manchas marrones, era gracioso pues hasta el perro de Eya tenía sus características.

Cerbero levanto levemente la mirada, era como si apreciara las estrellas con mayor cuidado, fijándose en cada una de ellas, como si ya las conociera.

— Freya solía decir que mis lunares parecían estrellas. —Le hable como si pudiera entenderme. — Cada noche cuando se acostaba sobre mi pecho contaba cada pequeña mancha y formaba posibles constelaciones. — Sonreí al recordarlo tratando de evitar el hecho de que mis ojos comenzaban a humedecerse. — Es como si aún recordara el tacto de las yemas de sus dedos uniendo cada lunar. Lo hacía hasta quedarse dormida, o incluso cuando tenía una pesadilla y no quería levantarme, ella solo acariciaba mi espalda y formaba constelaciones improbables en mi piel. Una noche escuche entre sueños como dijo que parecía una galleta con chispas de chocolate y que podria comerme. — Cerbero se levantó reacomodándose, pero ahora apoyo su cabeza sobre una de mis piernas lamiendo mi mano con delicadeza.

La extraño, tanto que a veces llega a doler.

~" 𝕸𝖔𝖒𝖊𝖓𝖙𝖘 𝖆𝖓𝖉 𝕸𝖊𝖒𝖔𝖗𝖎𝖊𝖘 "~ ─∘⊰ [𝑯𝒐𝒖𝒔𝒆𝒔; 1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora