En el medio (Ushioi omegaverse) Español

16. El punto ciego

Oikawa esperaba intranquilo. Ushijima Wakatoshi, su... bueno Wakatoshi. Había quedado de pasar por el a las 6 de la tarde y ya eran 15 minutos pasadas las 6. No quería parecer un histérico de mierda, pero la verborrea de Takeru, su pequeño sobrino, le estaba poniendo los nervios de punta.

Takeru había sido el más feliz el día que conoció al alfa, cuando le presentó a su familia en su cumpleaños. Los pequeños ojos del niño se abrieron como platos, llenos de emoción cuando le abrieron la puerta y no dejó ni por un segundo en paz al castaño, a tal grado que este le prometió una playera suya firmada. Oikawa desvió la mirada, intentando ignorar el hecho de que no había quedado en el equipo nacional, y no podría ser él quien le regalara la playera a Takeru. El tema del equipo nacional se había vuelto tabú en la casa Oikawa, prohibido siquiera pensar en aquello.

No podía negar que el omega dentro de él se había alterado un poco en verle tratar con su sobrino, no podía evitar pensar que seguro sería un buen padre para sus cachorros. Aunque al momento desechó el pensamiento, negando con la cabeza. ¿Cómo podía pensar en cachorros si no comprendía en gran medida esta nueva relación con Ushijima?

No podría decir que siguiera detestándolo como antes. Tampoco se atrevería a decir que le agradara. Todavía no sentía que hubiesen encontrado comodidad en la compañía del otro. Ninguna de las citas que habían tenido había ido mal...pero tampoco particularmente bien. Se sentía como conociendo a su cónyuge después de un matrimonio arreglado y una impulsiva noche de bodas. Claro que habían intentado ir conociendo al otro poco a poco, "¿que es lo que más te gusta comer? ¿Color favorito? ¿Playa o montaña?". Pero la sensación de que esa información no eran más que datos superficiales no se le iba de la cabeza.

Le atraía. Sentía la necesidad de estar cerca de él, aunque aún se sentía incómodo con pequeñas cosas como recargar la cabeza en su hombro. Lo trataba bien y no se aburría a su lado... pero no creía que hubiese llegado a quererlo todavía. Ni siquiera tenía claro si quería quererlo, si estaba dispuesto algún día a amarlo. Quería conocerlo de verdad, romper aquella barrera que erigía alrededor de él, pero le aterraba la idea de tener que derribar la propia. Se sentía inseguro al pensar que el alfa pudiese repudiarle una vez que le conociera en realidad, al hombre que había debajo de las muchas máscaras que se ponía para contentar a todos a su alrededor... y a si mismo.

Y así como pretendía que no le había importado no quedarse en el equipo nacional, pretendía muchas cosas más. No extrañar a Iwaizumi, no sentirse culpable de como terminaron las cosas. No sentir que había ocurrido un distanciamiento con el resto de sus amigos del Aoba Johsai a raíz de su ruptura con Iwaizumi y que se sentía más solo que nunca (Solo le quedaba la amistad de Shoyo, que se veía bastante entorpecida por los fulminantes celos de Tobio Kageyama). Que una vez más su esfuerzo en lo que más le gustaba en la vida no había rendido suficientes frutos, había fracasado una vez más. No había sido la selección, ni tampoco le habían convocado a ningún equipo profesional. Había conseguido una buena beca universitaria, pero no se permitía alegrarse por ello. Sentía como si estuviese conformándose.

El silencio reinó durante todo el camino a casa del alfa. Oikawa miraba el cielo nublado y gris por la ventana, mientras Ushijima libraba las curvas, subiendo y subiendo. Después de lo que pareció una silenciosa pequeña eternidad, llegaron. La casa del alfa era de un estilo muy tradicional, con un hermoso jardín perfectamente bien cuidado. Oikawa supuso que no les hacía falta el dinero y que la tradición del edificio también podría reflejarse en sus habitantes.

Mientras se quitaban los zapatos en el genkan, una mujer alta, de ojos oliva y largo cabello castaño se acercó a saludarlos. Ushijima se paró derecho y procedió a presentarlos.