3 {Abrigo}

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La noche había llegado antes de lo esperado, al parecer iba a llover, puesto que el cielo estaba cubierto por un manto oscuro. No había estrellas que apreciar esa noche. Di un bostezo y agité mi cabeza para despertar, puesto que el sueño que tenía ese momento era cada vez más fuerte. Me estaba venciendo.

Nos habían dejado salir antes del trabajo, ya que nadie venía lo suficientemente preparado para el agua que caería prontamente. Me aproximé a la estación de metro que me dejaría más cerca de casa, debido que la parada del autobús estaba repleta de pasajeros esperando y claramente no quería estar rodeado de tantas personas. Necesitaba algo de tranquilidad, al menos por un día. Pensándolo bien, tal vez el metro tren esté peor, pero hay más espacio. Supongo.

Caminé unas cuantas cuadras y entré a paso acelerado, ya que sentía las primeras gotitas de lluvia caer sobre mi cabeza y cuerpo. Estuve a salvo del agua cuando entré al subterráneo.
Me detuve detrás de la línea de seguridad que dividía la sección de espera y los rieles del tren. Observaba fijamente hacia delante en un punto muerto. Tenía mucho sueño y me estaba durmiendo de pie.

Lo único que logró sacarme de mis pensamientos fue un cuerpo totalmente mojado que se detuvo junto a mí. Estaba inquieto, al parecer la ropa le molestaba, y no era para menos si la lluvia estaba tan fuerte como si el cielo se fuese a caer. No quería mirarlo, pero el cuerpo junto a mi estaba bastante empapado que chorriaba agua de todos lados. Mi curiosidad me ganó, así que giré disimuladamente el rostro para ver. Vaya sorpresa.

– Hola.
Hablé y él acomodó su húmedo cabello hacia atrás en cuanto me vio. Estaba empapado posiblemente hasta los calcetines. Irresponsable.

Al parecer estaba confundido, puesto que tenía un semblante diferente al de siempre. Me quité el abrigo que traía encima y se lo entregué. Me costó un poco convencerlo de que lo tomara, pero finalmente lo hice. Tal vez fue por mi argumento de enfermarse que lo hizo concientizar.

– Nunca me había equivocado de línea.
Habló nervioso. Se veía preocupado, estaba tiritando y sus mejillas ruborizadas. Se había enfermado seguramente.
– ¿Puedes hacer escala en otra línea?
– Oh, no creo. Mi casa queda hacia allá.

Apuntó en sentido contrario de la dirección del tren. Su cuerpo seguía temblando, cada vez era más evidente, puesto que los movimientos involuntarios que soltaba eran más fuertes. Lo observé de pies a cabeza,  vigilando que no se fuese a caer. Parecía que se iba a desmayar.

– ¿Estás bien? –Pregunté sin vacilar.– te noto algo… descompuesto.
– No lo sé, me siento extraño.

Mencionó y puso una mano sobre mi hombro para sujetarse mientras que con la otra mano se tocaba la frente. Me asusté un poco por la confianza que había tenido al tocarme, no dejaba de mirar su mano puesta sobre mí.
Hice que camináramos a unos asientos que habían un poco más atrás de donde estábamos. Lo ayudé a sentarse para luego hacerlo yo. Soltaba leves quijidos y suspiros tratando de sentarse en una posición cómoda.

– Voy a esperar a que te sientas mejor.
– Pero ahí viene el tren.–Murmuró apenas.– Ve a casa, yo estaré bien.

Negué sin decir nada más. El tren se detuvo casi frente a nosotros como si me estuviera llamando para que fuese hacia la subida, pero algo más fuerte me retenía allí. Segundos después vi como la máquina se marchaba dejándome atrás.

Volví a mirar a Hoseok, quien seguía buscando una posición agradable para su cuerpo, incluso pareciera que quería acampar dentro del abrigo buscando calor, pero mi cuerpo era más pequeño que él, así que la chaqueta claramente no le quedaba tan suelta como a mí. Me pareció mimoso como buscaba calor en la tela.

No dijo nada. Yo esperaba una palabra de él, pero ya no hablaba. Incluso lo ví cerrar sus ojos un par de veces, como si el sueño lo venciera. Me quité también la bufanda que vestía y se la puse alrededor del cuello, para luego acomodarme en el asiento y dejar que él apoyara su cabeza en mi hombro. Total, ya se había adueñado de mi brazo izquierdo, puesto que lo abrazaba como si su vida dependiera de eso.

Estaba dispuesto a esperar un poco hasta que estuviera en condiciones de irse a su casa, pero las horas pasaban. Llevábamos exactamente dos horas sentados allí, Hoseok no soltaba mi brazo y mientras reponía fuerzas seguía emitiendo sonidos lastimosos. Me causaba angustia.

El frío cada vez invadía más mi cuerpo por la falta de abrigo. La energía ya me estaba abandonando, suspiré del cansancio y por el frío. Bajé la vista al reloj que tenía en mi muñeca y supuse que el último tren pasaría pronto. Me acomodé en la silla para que Hoseok despertara.

– ¿Uh? –Musitó con su rostro adormilado, sus ojos apenas se veían entre esas dos líneas horizontales. Sus labios tenían una leve curva hacia abajo.– ¿Ya estoy en casa?

Debí responder, pero estaba ocupado observando sus definidas facciones. Tenía la respiración agitada, sus mejillas abultadas y un poco de saliva caía por la comisura de sus labios.

– ¿Yoongi? –Se acomodó en la silla– ¿Qué hacemos aquí?
– Esperando el tren. ¿Estás mejor?

Lo ví reincorporarse en el asiento mientras asentía a mi pregunta. Su frente tenía pequeñas gotas de sudor y su mano estaba helada. La había puesto sobre la mía por unas milésimas de segundos. Me acomodé también en el asiento y mojé mis labios para volver a hablar.

– ¿Seguro que estás bien? Te ves enfermo aún.
– Tal vez la lluvia me descompensó.
– ¿Eso es posible?
Pregunté con curiosidad.
– Ya estoy bien, Yoongi. –Intentó reír, pero era evidente que no tenía energías– iré a tomar el metro tren.
– Te acompaño.
– No, está bien. Queda en la otra cuadra, no me pasará nada.

Se puso de pie y tomó la bolsa con su abrigo adentro. El frío estaba congelando mi cuerpo, así que me levanté lentamente permitiéndole llevar a cabo su decisión de irse solo, pero lo detuve cuando se despidió por tercera vez. Parecía algo confundido aún.

– Te acompaño a tomar un taxi. Es mejor opción que el tren.

Él sonrió mirando el suelo y asintió. Caminamos a paso lento hasta llegar a una esquina donde hice parar un vehículo. Se despidió sacando su mano por la ventana una vez que estuvo adentro del taxi y se marchó.


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A la mañana siguiente entré al aula yendo directo al asiento que habían reclamado como mío. Saqué mi cuaderno y mi lápiz para estar preparado, el profesor no era tan malo como lo imaginé, así que estaba bastante feliz con esa clase.
A los minutos entró el chico de sonrisa brillante, lucía tan iluminado como siempre, era dueño de una luz propia que cualquiera envidiaria. Actuaba tan normal, como si anoche no hubiera estado a punto de morir a mi lado.

Bueno, estoy exagerando un poco.

Se sentó junto a mí sonriéndome, me acomodé en mi espacio y sequé el sudor de mis manos en la tela del pantalón negro que vestía.

– ¡Min Yoongi! Tú...
Iba hablar algo más, pero el profesor llegó iniciando la clase.


















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Espero que les guste 🥺♥️

FAITH (믿음)Where stories live. Discover now