7 | Falsos escenarios

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Elisabeth

Nunca me había considerado como una persona reflexiva. Aunque sí, he de admitir que pertenecía a ese porcentaje de personas que le encantaba soñar despierta en algunos momentos.

Soñar despierta era para mí, sinónimo de crearme falsos escenarios en la cabeza. Era divertido. Y hasta un acto satisfactorio, en los momentos donde no podía conciliar el sueño.

Por otro lado, no me gustaba sobrepensar. Aborrecía por completo el hecho de no poder evitar hacerlo. Internamente, mis ansias se disparaban cada vez que un tema rondaba repetidas veces por mi cabeza y preguntas que englobaban el mismo, me carcomían por dentro.

Tenía la mente abarrotada de todo lo que había presenciado hace dos días. Ni siquiera sabía como explicar la manera en la que me sentía, era una mezcla de rabia, impotencia y hasta un poco de confusión.

Era por ello que en estos momentos esperaba despejarme, sentándome en las gradas y viendo a los chicos estirarse sobre la grama verde del campo de fútbol. La semana de las pruebas empezaría más pronto de lo esperado, y todos parecían agitados por ello.

—¿No deberías estar saltando y haciendo remates?

Me incorporé, al notar a Liam sentarse a mi lado.

—Cancelaron la práctica de voleibol —respondí desganada—. La entrenadora Verónica, está enferma.

Mientras me deslizaba hacia los vestidores para cambiarme el uniforme, estaba deseando ya estar frente a la malla; pero, para mi mala suerte, el plan se volvió pedacitos en cuanto la libero me comunicó las malas noticias.

—Y decidiste venir a donde abunda la testosterona.

Rodé los ojos.

«Liam es amigo de Broodie y tu mejor amigo», atacó mi mente.

—¿Puedo hablar contigo sobre algo?

Tenía que sacarme esto del sistema y Liam era la persona perfecta. ¿Quién me entendería más que él?

Suspiré cuando asintió, dándome pie a continuar.

—Ayer por la noche en Hellbar, ¿recuerdas que me fui del VIP?

—Que específica... —Se acarició la barbilla—. Eso creo.

—Estaba por salir del baño, cuando escuché unos sonidos raros en el pasillo.

Sus ojos se llenaron de picardía. —Joder.

—No, no —dije rápidamente, moviendo las manos en negación—. Era Broodie... sobre... —Tragué saliva—, una chica.

—¿Y?

—¿Y la chica parecía no querer estar allí? —confesé, en forma de pregunta también y él me miró sin entender—. Él la estaba forzando —declaré.

Liam movió la cabeza levemente hacia los lados, con disgusto.

—Estás equivocada.

«¿Qué?».

—Yo lo vi —puntualicé.

—Probablemente viste mal.

Negué. —¿Cómo estás tan seguro?

—No hace más de tres días había escuchado a Broodie hablar de su novia en California. El chico es un coqueto, lo sé. De verdad lo hago. Pero, es inofensivo. A menos que le esté siendo infiel...

—Iba más allá de eso —dije, aturdida.

—¿Eli? ¿Estás segura?

—¡Lo he visto con mis propios ojos! No fue algo que me contaron por allí.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora