Compromiso

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En lo que llaman el saber popular de los Anthu, los refranes que poseían eran verdaderas joyas de sabiduría, pensaba Iuri tratado de arreglar en cuello del traje que su madre le obligo a ponerse para mostrarse frente a los duques y el señor del Clan Jafra. De todos los invitados por quien sentía real curiosidad era por ese vampiro, muchos hablaban de Lord Farko como un hombre similar al primer vampiro que existió, otros decían que su belleza y arrogancia sólo era comparable con la de Caos, así que hervía en la curiosidad de saber cuál versión era real o se acercaba más a la realidad.

Se vio en el espejo y repitió lo escuchado por uno de los sirvientes de la tercera raza: «no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla»; tan real era que en pocas horas estaría por conocer la sorpresa que ya se imaginaba le tenía preparada el rey y por la que su madre Galia no hacía sino suspirar y rogar a los dioses que lo protegieran.

Colocándose la pequeña diadema de diamantes y oro blanco Iuri salió de la habitación en la que estuvo aislado por los últimos días estudiando todo lo relacionado con la cultura, la política y la economía de los Upiros, recorrió el pasillo donde al final del mismo le esperaba su amigo y protector, Cici Igave. El Deum hizo una reverencia y tomó su lugar detrás de él leyéndole la agenda programada a partir de la llegada de Lord Farko y su hijo. Debía aguardar a que sus padres le llamaran cuando fuese el momento, mientras tanto él y los Deltas apostados en diferentes partes del palacio lo cuidarían si eso era una trampa de los inestables vampiros.

El ojimarrón se burló por la expresión que hizo Cici al nombrar a quienes eran su segunda familia, aunque desde su regreso de Yamelt no era mucho lo que habían conversado, si sabía que ese dichoso dije que llevaba en su garganta significaba más de lo que el Upiro que se lo entregó le contó.

Iuri aguardó con extraña paciencia que los reyes le dieran ingreso a la sala donde se encontraba la gran mesa de la cena servida para los invitados, tanto él como el peliperlado se dieron cuenta como la asamblea comenzó sin estar el príncipe presente por su condición de Omega, debido a que podía ser tomado como una ofensa para los duques y el mismo Lord.

—Sabes Cici, te envidio en momentos como este —masculló Iuri bostezando por la espera de más de una hora en ese salón—. A pesar de ser un Omega te puedes mover por donde quieres, salir y entrar a tu gusto y no eres apartado de reuniones donde se supone los machos Alpha tienen las perfectas soluciones.

El ojigris asintió tratando de no distraerse del puesto donde debía proteger a su alteza, pero también lo hacía porque ese fue su pensamiento acerca de la vida que llevaría Iuri cuando su padre decidiera comprometerlo con alguien.

Por fin uno de los sirvientes los llamó para pasar a cenar, el príncipe se alzó de la cómoda poltrona para seguir al mayordomo que lo llevó hasta el patio donde se tenía organizada la cena.

La mesa era encabezada por su padre en una punta y en la otra estaba quien era el objeto de su curiosidad, Lord Jafra que tan pronto percibió su esencia se levantó para saludarlo. Iuri notó las otras dos figuras que repitieron la acción, un rubio de ojos miel que descubrió estaba tan aburrido como él de la situación y un cenizo de ojos celestes que le sonrió con sutileza reverenciándolo.

—Iuri, por favor avanza.

La voz de Cici lo confundió, parecía que por unos minutos se quedó estático a pocos pasos de la puerta, con una sonrisa continuó rumbo a donde su padre le solicitaba se sentará.

—¿Te sientes bien? —la voz de su conciencia le tomó la mano por debajo de la mesa para apretarla como si quisiera pasarle toda la fuerza que de pronto le abandonó—. Por favor come, si escuchó otra vez que debes hacer dieta, voy a asesinar a la reina por matarte de hambre.

Pacto de Sangre - Serie Hombres Lobo IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora