Capítulo 29

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Mis manos sueltan las suyas en cuanto mis ojos caen en el lugar. Tengo una sensación incómoda que abarca incluso mis brazos y me hace sentir limitada, casi atrapada, un escalofrío recorre mi espalda y los dedos de mis manos se mueven por sí solos.

Doy un paso atrás e intento alejarme tanto como puedo de Kyle, él se mira las manos sin alzar la cabeza, al parecer tan sorprendido como yo.

Mis manos sienten cierto hormigueo y no estoy segura de cómo debo sentirme, tengo una sensación de estar atrapada, pero no es exactamente inmanejable, tal vez no lo detecto como peligro, o al menos ya no lo registro así, o no estoy segura, solo sé que me siento extraña, y tengo miedo.

—¿Estás bien?— Kyle pregunta.

Alzo la cabeza para mirar a Adkins, quien tiene sus ojos muy abiertos, pero que me mira de arriba a abajo, buscando alguna señal de malestar en mi, asegurándose de que yo estoy bien, él es el herido, pero yo soy quien le preocupa.

—Sí, estoy bien— tomo aire, mis dedos juegan entre ellos, entrelazo mis manos y las aprieto.

Tomo aire, cierro los ojos y comienzo a contar mentalmente.

Se escucha un tarareo, es suave y con un ritmo lento, casi puedo percibir una balada, nunca la he escuchado, pero hace que mis hombros caigan y se relajen.

Abro lentamente los ojos y levanto la cabeza, he dejado de contar mentalmente porque mi mente solo puede concentrarse en la melodía, y en la necesidad de querer saber la letra de la canción. Kyle está tarareando mientras su cabeza se mueve de lado a lado, como si él mismo sintiera el ritmo, no estoy segura de lo que pasa, pero es relajante, casi puedo sentir como los latidos de mi corazón van al ritmo del tarareo.

Solo veo Kyle, con su piel algo pálida, su rostro sigue algo hinchado y sus labios resecos, pero con un brillo en los ojos, él sonríe y sigue tarareando. Lo escucho, lo veo, pero no me muevo, se siente bien, es tranquilizador escucharlo, quiero hacerlo siempre.

Cuando finalmente se detiene noto que me ha estado mirando todo este tiempo, era casi como si me cantara la canción.

—Es para ti— dice antes de volverse a sentar en la cama.

—¿Qué?— no entiendo exactamente que quiere decir.

—La canción, es para ti— Kyle deja de mirarme y toma de nuevo el plato, con el tenedor juega un rato antes de tomar un trozo de papaya y comerla.

—¿De qué canción hablas?— pregunto —¿De la que tarareaste?— pregunto algo más y me siento en la cama, un poco alejada de él, pero no tanto como solía hacerlo.

Por un rato Kyle no me responde, sigue comiendo y de vez en cuando toma un sorbo de jugo. Aprieto los labios, quiero respuestas ya, pero él solo come, de repente golpearlo suena bien, a ver si así reacciona y responde.

Busco un libro con la mirada, y de repente la almohada a su lado luce como un arma perfecta.

—Sí, la escribí para ti— Kyle habla como si no fuera gran cosa, y sigue comiendo.

No me mira, pero puedo ver como la comisura de sus labios se alzan mientras sigue como si nada, como si hubiera dicho que son las 10 de la mañana y no que ha dedicado su tiempo a pensar en mí y hacer algo para mi.

—¿Por qué estás sonriendo?— Kyle no me mira, pero igual habla —¿Yo te gusto?— sus ojos voltean a mirar y puedo notar su semblante más relajado.

—No, pienso que eres feo, eres como un mono comiendo banano— digo antes de cambiar mi postura de sentada a recostada en mi cama.

Muevo mis pies que cuelgan de la cama, lo hago como una forma de calmar mi corazón que palpita rápidamente, tomo aire por la nariz y lo dejo salir por la boca. No pasa nada, no siento nada, las palabras de Kyle Adkins no me afectan para nada, estoy bien, perfectamente bien.

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