Capítulo V

1.8K 339 148
                                    


*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y el libro completo en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo V. Una Compañía Inesperada

En la oscuridad que hallaba bajo sus párpados, Taehyung vio al Árbol Ginso sin su corazón de agua mineral. Las cataratas y la cascada de Elemmirë habían cesado, y ya no había luz, ni sol, al otro lado del celeste Mar Celes que había reflejado cada rayo como diamantes esparcidos. Lo único que persistía era el silencio y la oscuridad.

La ciudad de los Altos Elfos había perecido en la noche más oscura, el Valle de la Estrella se encontraba seco, sin vida. Y el príncipe, deseó escapar tan pronto de aquel sueño, como oía los cascos de los Espectros cabalgando hacia él sobre corceles negros.

Al abrir los ojos, espiró un jadeo y parpadeó varias veces seguidas, hasta lograr enfocar las pupilas. Una luz blanquecina entraba por la ventana. Se encontraba entre cuatro paredes muy distintas a las de sus aposentos reales en Elemmirë. Un vendaje le envolvía el brazo, cuya herida hormigueaba con suavidad bajo un ungüento húmedo. Su capa estaba doblada sobre los pies de la cama y las botas grises bien colocadas, en el suelo. Había una simple silla de madera, junto a la cama, que se encontraba vacía, como si alguien hubiera estado sentado a su lado durante horas. Sus propios pies, cubiertos por una basta y áspera sábana, apenas quedaban a medio camino de su verdadera altura.

«¿Por qué diablos sus piernas habían encogido?», se preguntó.

Taehyung levantó la mirada y atisbó al humano de ojos chocolate que le había sujetado la previa noche. Él se dio media vuelta, descubriéndole con los ojos abiertos.

Jungkook no vestía la chaqueta, tampoco la funda de la espada, más que una blusa blanca de puños sueltos y anudados a las muñecas. El cabello negro se encontraba semirecogido sobre la coronilla, con algunos mechones libres.

—No temáis —le habló con suavidad al niño, y advirtiendo la inquietud de su mirada, se aproximó lentamente—. Vuestro familiar acaba de ausentarse, estimo que tardará poco más de unos minutos. ¿Cómo creéis que os encontráis?

El Elfo se incorporó sobre la cama, ladeando la cabeza. Le observaba de arriba abajo, como si percibiera algo singular en él. Quizá se trataba de la mortalidad que con sutilidad brillaba en sus ojos castaños, casi negros. Había algo hermoso en las facciones del azabache, un rostro ciertamente juvenil, pero también adulto y seguro. El labio inferior más fino, y el inferior ligeramente más grueso y acolchado, de un tono rosado tan pastel como el de los esponjosos pétalos de las peonías.

El humano se sentó en el borde de la cama, escudriñándole con la misma curiosidad. Él no podía sacarse de la cabeza el hecho de que habían sido escupidos por un portal. Y la evidencia de que eran Elfos, no podía destacarse más. ¿Venían del Reino de los Bosques? ¿De otra parte?

Consideraba poco probable que fueran Elfos de la Noche, puesto que esos, teóricamente, presentaban una serie de marcas de nacimiento dibujadas sobre la piel. Se decía que, en la noche, resplandecían como los astros. Por ese motivo, Lúa era conocida como La Ciudad Nocturna.

—¿Man nalye? —pronunció el niño, con un acento cantarín—. Urusa tulayë.

El pelinegro pestañeó varias veces y se pasó una mano por el mentón.

—Uh, ¿no hablas quenya? Vaya —dijo sorprendido—. Supongo que en el lugar que venís, los más jóvenes sólo habláis la lengua de los Elfos.

Dynasty I: Viajeros del Alba ⋆ Kookv [Chispasrojas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora