42. Ser Felices En Caminos Separados.

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Yannick.

El pueblo no era lo mismo sin Zenda, la manada ya no era como antes, todos andaban tristes y sin hablar.

Se que las palabras que le dije a Zenda no fueron las mejores. Fui un mierda con ella y lo sé.

También he de decir que nada de lo que dije era cierto, no lo pensaba, pero era necesario decirlo por muy asqueroso que pareciera, ella necesitaba vivir su vida, sin que nadie le dijera que debía hacer, sin que tuviera la necesidad de contar que hacía y que dejaba de hacer.

Ella no estaba echa para vivir en manada, era una loba solitaria, era la reina loba y ella siempre debería estar sola.

Desde muy pequeños nos hablaron de ella, nunca supieron decirnos como era, o que hacía y ahora ya lo sabíamos, por muy humana que hubiera sido en su antigua vida ahora era una loba y todo había cambiado.

El dolor que sentía al tenerla lejos de mí era muy grande, cada minuto sin ella me sentía más débil, pues así era estar alejado de tu luna, ella te deba la fuerza pero también te la podía arrebatar en cuestión de segundos. Mantener a Zenda con nosotros sería como meterla presa, y me he ido dando cuenta a medida que pasaban los meses y los años, ella se sentía atada y la mejor forma de liberarla era esa: dejarla ir aunque me estuviera matando.

Toda la manada estaba en contra de mí, se podía decir que han perdido algo de respeto hacia mi persona y lo entiendo, entiendo su punto de vista pero este sacrificio era muy necesario para ella, aunque a los demás nos hiciera mucho daño y estuviera acabando poco a poco con nosotros.

Me gustaría deciros que he hablado con ella por mensaje, que hemos hablado por llamada o que solamente nos hemos visto un par de minutos pero no, no hemos hecho nada de eso.

La manada si ha mantenido comunicación con ella, lo sé porque los he escuchado hablar, como ya os dije a mí casi no me dirigen la palabra. Solo hablamos para intentar acabar con los cazadores y creerme que no son buenas las conversaciones que tenemos.

Son frías, bordes y distantes.

—Me gustaría dejarte las cosas bien claras —habló de la nada Zigor —pero para perder el tiempo mejor cierro la boca y no digo nada —se levantó del sofá y se subió a su cuarto.

Su luna con una mala mirada también se levantó y se fue detrás de él.

—Estoy con Zigor, fuiste un pedazo de mierda con ella, no pidas respeto cuando tú no lo tuviste con ella —ahora fue Roberto el que habló.

Las ganas de gritar y decir que todo lo que le dije había sido mentira me estaban ganando, pero sabía que me harían cambiar de opinión y ella volvería al pueblo y eso es lo que menos quería.

—Fuiste y eres imbécil —miré a mi hermana —¿sabes? Papá estará pensando lo peor de ti, nunca imaginé que pudieras hacer tal cosa y menos con tu luna, eres un cerdo, asqueroso —asentí suspirando.

Dolían... Dolían esas palabras y más viniendo de alguien de mi propia sangre.

Me levanté del sillón y fui hacia la habitación de madre.

Desde que mi padre falleció mi madre calló en una depresión muy grande, a eso me quiero referir que cuando un lobo pierde a su luna muere. Mi madre no quiere que nadie se entere de su estado, nadie quiere que le vean por eso nunca vio a Zenda, sabe de ella pues se lo cuento todo pero nunca se han visto.

Al verme entrar en la habitación sonrió con pena, había escuchado todo desde el principio, ya no hacía falta que se lo contará.

—Dale tiempo hijo —susurró.

Me acerqué a ella y la cogí de la mano para luego besársela.

Mi madre se llama Neus, es casi igualita a mí, su cabello y ojos del mismo color que el mío, y la sonrisa igual, extrañaba verla sonreír. Amaba a mi madre muchísimo y me dolía muchísimo verla  en ese estado. Tumbada en la cama casi sin moverse, llorando.

—Hijo —susurró —déjame darte un consejo —asentí con una sonrisa y lágrimas en los ojos —. Se que es muy difícil para ella estar atada de esta forma, para ella estar aquí es como irse muriendo lentamente. Estoy feliz de haber tenido a la reina loba tan cerca de mí, nunca me imaginé que mi hijo fuera su luna, y ahora más que nunca la historia cobra sentido —la miré ceñudo.

—¿De qué historia hablas  mamá? —Ella sonrió apretando mi mano.

—Hace muchos, muchos años...

En un pueblo a las afueras de Francia, vivía una pareja de enamorados, convivían con pocas personas, solo diez personas vivían en ese pueblo.

La pareja quería tener hijos y no podía, por mucho que lo intentarán no podían. Nunca se supo si uno de ellos era estéril o tenían otro problema. La pareja quiso buscar ayuda, y lo consiguió, una bruja muy conocida en ese pueblo fue la que pudo dar vida a dos hermosos bebés.

El padre se arrepintió de haber echo lo que hizo, al principio la pareja sólo pensaba que era un bebé, pues en aquella época las ecografías no existían y no había manera de saber que era o como estaba el bebé.

El padre tras arrepentirse de querer tener un hijo comenzó a hacer sus propios experimentos para que la mujer pensara que había tenido un aborto natural, pero le salió mal, quiso inyectarle un líquido para que abortara y lo hizo, inyectó el líquido, pero en vez de matarlos los hizo más fuertes, menos humanos.

Uno de ellos salió brujo, el brujo más fuerte que habían visto en aquella época, con tan sólo dos años ya sabía hacer magia.

Luego la chica salió "normal" no veían nada raro en ella, una simple humana.

La madre de los chicos se vio obligada a dejar a la chica con sus mejores amigos y al chico cuando ya fue más grande se fue del pueblo y vivió en el bosque.

Hasta que una noche encontró a su hermana.

El fin de esta historia, es hacerte ver, que Zenda por muy humana que haya sido nunca tuvo una manada, nunca estuvo con alguien a quien verdaderamente amaba, siempre estuvo sola, sin rendir cuentas a nadie.

Esa es nuestra reina.

Una loba que siempre deambulara por las calles sola, y aunque sea mucho el amor que le ata a este pueblo se sentirá obligada a dar esas explicaciones que ella no quiere dar.

—Os ama Yannick, os ama muchísimo —limpié las lágrimas que salían de mis ojos.

Esa historia yo nunca la supe. Nunca supe por lo que tuvo que pasar Zenda, y era verdaderamente una mierda.

—¿Y qué se supone que debo hacer? —Mi madre negó.

—Tú no puedes hacer nada hijo, está en sus manos querer volver o no.

—Después de todo lo que la dije seguramente hasta me odie —mi madre sonrió.

—Cuando yo era de tu edad, cuando estaba con tu padre también eramos así, peleábamos, pero toda pareja se pelea hijo, lo qué si está en tus manos es pedirla perdón y ser sincero con ella, el volver solo es cosa de ella —nos miramos a los ojos y sonreímos.

—¿Te acuerdas que una vez hablamos sobre cambiar de lugar a papá? —Mi madre asintió y lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

—Su cuerpo solo son huesos hijos, no está enterrado en un ataúd, no se podrá mover —la miré y asentí.

—No entiendo por qué no quisiste quemarlo —ella sonrió.

—No lo sé hijo. Lo importante ahora es que le pidas perdón a tu luna y seáis felices aunque sea en caminos separados.

Ser felices en caminos separados...

Que mierda sonaba eso...

Anclada✔️Where stories live. Discover now