56. Realidad Paralela.

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-Lo que quiero decir es que no se va a sentir como antes. Zenda se sentía una mujer loba, la reina loba, ahora no lo hará, lo seguirá siendo, claro que si, pero ella no lo sentirá -. Me quedé callado analizando todo lo que el padre de Zigor había dicho.

¿Si no siente eso, podremos estar como al principio? ¿Podremos volver a ser felices?

Miré el cuerpo de Zenda que todavía estaba muy debilitado. El esfuerzo que había hecho fue muchísimo. Mursef dio un golpecito en mi hombro y me sonrío.

-Seguirá siendo la misma Zenda de eso no tengas duda alfa -sonreí con lastima y asentí.

Todo nos quedamos ahí parados esperando a que Zenda despertara. Lo que más miedo me daba era que ella no se acordara de lo que hizo, quería acabar con su padre eso ya lo sabía, pero no acordarte o no ser consciente de la forma en que lo hiciste es un golpe muy fuerte que cuesta superar.

Zigor se acercó a mí y sonrió.

-Voy a dar una vuelta por el pueblo, cualquier cosa ya sabes.

Salió de la mansión con Alex a su lado. Roberto y mi hermana se quedaron ahí parados mirándome.

-Ella estará bien hermano -miré a mi hermana.

-Si, lo sé.

Respondí seco. No sabía que más decir, las palabras se quedaban atascadas en mi garganta y no tenía manera de hacerlas salir. Mi boca estaba seca, mis ojos se cerraban y no sabía porque.

-Lobo -la voz de Zenda me hizo abrir los ojos de golpe.

Estábamos en la mansión pero ya no sabía nadie. Todo estaba vacío.

-¿Qué tal estas pequeña?

-Bien, aunque me duele mucho la cabeza. ¿Tú cómo estas?

-Bien amor. ¿Te acuerdas de lo que pasó?

-Tengo lagunas -sonrió.

Se levantó de sofá y se convirtió en loba dejándome muy confundido. La seguí fuera de la mansión, corrí detrás de ella hasta llegar al bosque, más bien una parte concreta en el bosque -un lago que solo yo conocía- ¿cómo había dado con él? Volvió a su forma humana y se metió al agua.

Sus manos me señalaron indicándome que entrara con ella al agua. Me fui quitando la ropa poco a poco quedando solo en ropa interior, me acerqué a ella cogiéndola de la cintura y acercándola a mí. Los labios de Zenda fueron a mi cuello.

-Hay algo que me encanta de ti -susurró.

-¿Qué es? -Pregunté de la misma forma que ella.

-Tu olor, desprendes un aroma exquisito y que enloquece.

-¿Qué te pasa? -Ella me miró sin entender.

-No sé a que te refieres, estoy bien.

-No lo estas, te siento rara.

-Ahora que tú y yo ya no existimos podremos ser felices.

Mi corazón comenzó a latir muy rápido. Miré mi cuerpo completo, los tatuajes habían desaparecido, el agua comenzó a subir por todo mi cuerpo como si la atrajera a mí. Miré a Zenda que me sonreía a lo lejos.

-¿Qué quieres decir con que no existimos? -Me acerqué a ella.

-Estoy muerta, y tú moriste conmigo. Así son las lunas, así somos tú y yo, dos almas destinadas a conocerse pero que nunca podrán estar juntas. Porque somos unos desgraciados que lo único que hacemos en esta vida es sufrir, nunca podremos ser felices, por eso es mejor morir para estar juntos -Negué repetidas veces.

Esto no podía estar pasando. Me acerqué mucho más a ella.

-Esta no era la solución.

Ella se encogió de hombros.

-Es la única que encontré para poder estar a tu lado Yannick, ahora podemos estar juntos -Me miró a los ojos -¿no es lo que querías? -Sus ojos se pusieron acuosos.

-Si, pero no así.

Ella se separó de mí y se lanzó al agua a nadar.

-¡Píllame si puedes lobo! -Miré hacia el bosque.

Me lancé al agua y comencé a nadar en busca de Zenda. Esa chica que me dio la vida de muchas maneras y me la terminó quitando.

-Te cogí -intentó soltarse de mi agarre pero terminé haciéndole una aguadilla.

Era extraño saber que estábamos muertos pero que aún así sentíamos todo como si estuviéramos vivos. No estaba entendiendo ni un poquito todo lo que estaba pasando, ni siquiera sabía si estábamos muertos al cien por cien, me sentía bien, feliz, ella era lo único que necesitaba para ser feliz y me daba igual estar muerto si ella estaba a mi lado.

-Lobo -habló cuando ya estábamos de nuevo en la mansión.

Habíamos estado toda la tarde nadando y pasándolo bien. No había ni siquiera pensado en que estábamos muertos.

-Zenda, ¿realmente estamos muertos?

-Lo estamos, pero vivimos las emociones como si estuviéramos vivos. Míralo como si estuviéramos en una realidad paralela, o un mundo paralelo.

Me llevé las manos a la cara y resoplé.

-Seremos felices de una vez por todas -sonrió -aquí nadie nos molestará.

Subimos a la habitación y para mi sorpresa la ropa estaba allí.

Un mundo paralelo...

Increíble...

Zenda salió del baño con una sonrisa de oreja a oreja. La miré casi con la boca abierta, llevaba un vestido de color negro que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, su figura era impresionante, se recogió el cabello en un moño dejando libre se cuello. Se dio la vuelta para mirarse al espejo que había en la pared. Me fue imposible no bajar la mirada.

Esta mujer era hermosa.

Su rostro, su sonrisa, sus labios, sus ojos, su cuerpo... En pocas palabras ella entera era hermosa.

-¿Dónde vas tan colocada si estamos tiesos? -Zenda se giró para mirarme y rió.

-Ahora estamos en un mundo paralelo, aquí hay personas. Chicos muy guapos, chicas muy guapas -sonrió con picardía.

-¿Estas intentando ponerme celoso?

-¿Lo estoy consiguiendo?

Me acerqué a ella y la cogí de la cintura para pegarla a mi cuerpo.

-No, no lo haces.

-Bueno... Entonces iré a ligar -se apartó de mí y comenzó a caminar.

-No conoces a nadie de aquí -me crucé de brazos.

-Claro que si conozco. Hay un chico her...

-Cállate -sonreí.

-Ahora si lo estas -sonrió victoriosa.

-Si, hasta los huevos -ambos reímos.

Besé sus labios, fui caminando poco a poco hasta tumbarla en la cama.

-Yannick, no, tenemos algo muy importante que hacer.

-¿El qué?

-Acompáñame -la miré ceñudo y asentí.

Comenzamos a bajar las escaleras. Zenda cogió mi mano y la apretó fuerte, siempre hacía eso cuando me quería tranquilizar y en ese momento no sé porqué lo hacía. Mi mirada viajó por todo el salón de la mansión.

-Espérame aquí, vengo ahora -salió dejándome aún más confundido.

Estuve esperándola por varios minutos. Más de una vez quise salir a buscarla, y cuando me decidí por hacerlo ella entró, pero no estaba sola, alguien la acompañaba. Mi corazón empezó a latir muy rápido, mis manos se hicieron puños, mis mejillas estaban completamente mojadas a causa de las lágrimas, mi cuerpo tembló al ver a esa persona caminar hacia mí. Di pasos hacia atrás.

Esto no podía ser real... No podía...

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora