XVI

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*LA LLORERA DEDICADA A ENZO, EL SUEÑO, EL MAL HUMOR, ENZO QUE NO SE VA DE LA CABEZA DE K, LA BORRACHERA DEL SIGLO Y LAS VERDADES A LA CARA*

—¡Deja de jugar conmigo así!

—¿¡Así como, Karla?!

—¡Así! —grito exasperada por esta situación. Nos señaló, sin saber porque nos señalo.

—No te entiendo —se cruza de brazos. Bufo. Este chico era corto de mente ¿O que?

—¡Me estoy muriendo por ti!

Horas antes... 

Enzo ya no esta.

¿Qué me pasa? ¿Por qué lo he parado?

Llevo soñando que me bese y que me embista duro desde que me encontró en la piscina medio desnuda, y ahora que porfin lo tengo ¿que hago? separarlo, apartarlo, huir... Dios mío que desastre soy. Debe pensar que soy una estúpida. 

¿Cómo me he podido negar a seguir mas allá?

Me tumbo en la cama, y me pongo a llorar. Si, a llorar, y nada mas y nada menos que por Enzo Douglas. ¿Quién lo iba a pensar? Porque yo no.

No se hasta que momento sollozo en silencio, recriminándome lo idiota que soy, porque me quedo dormida en los cómodos brazos de Morfeo.

 —Bien, aquí tengo los resultados...

—¿Qué tengo doctor? 

—Tienes cáncer de pulmón...

Me despierto sudando, con la piel de gallina, y por mi frente baja sudor frio. Mi respiración esta agitada y mi corazón bombea muy rápido. Saboreo un sabor salado, estoy llorando. Ese sueño ha sido como si lo viviera yo misma.

Son las siete. Me levanto, desorientada, pero enseguida me doy cuenta que es mi cuarto. Todavía tengo la ropa puesto, entonces recuerdo lo que paso ayer.

El beso, que lo eche, el que volví pero él ya no estaba, y que llore por él.

Ojala no haberlo recordado.

Bajo para desayunar, hoy tengo clase. Están todos abajo, incluido Enzo, y al entrar todos se voltean para verme. Aparto la mirada, no quiero que Enzo me vea los ojos rojos por las lagrimas. Voy a por leche a la cocina, y así para alejarme y evitarlo a él. 

***

—¿Estas bien? —me pregunta Claire, a través de un papel. a este punto creo que es muda, porque si no, me podría haber hablado ahora mismo. 

Acabo de llegar TEMPRANO a clase por primera vez, y eso quiere decir que he llegado quince minutos antes, y que el. Profesor. No. Esta. 

Me he tomado la leche en la cocina y he ido arriba después de lavar la taza, me he cambiado, y sin ver que hora es, he salido pitando de la fraternidad hacia la universidad. 

—Genial —respondo cortante. No quiero hablar con nadie, eso incluye a cualquiera. Hasta a mi conciencia.

A la hora de comer, ni como, voy al McDonald's solo para no estar con Enzo. Una vez ahí, me planteo que seria una buena idea trabajar solo para no tener que estar en la fraternidad. Pero no quiero trabajar antes de tiempo.

Me abrocho la cremallera del vestido rojo, que se ajusta a todas las curvas de mi cuerpo. Llevo un pintalabios a conjunto, o como yo le digo, llevo rojo puton. Me he puesto unos tacones rojo brillantes y para rematar, no llevo bragas, aunque, teniendo en cuenta que este vestido roza lo incomodo de lo ajustado que es, no las llevaría nunca.

una más de la fraternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora