XXIII

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*PRIMER DIA DE NAVIDAD CON LA DESDICHA DE ESTAR CON LA MADRE DE K, EL VIAJE QUE AL PRINCIPIO NO TIENE RUMBO DE ENZO Y K, Y LA CANCION A TODO VOLUMEN*

—Hola Eddie... —murmuramos mi abuelo y yo al unísono.

—Hola Kevin, hola Karla —asentimos con la cabeza en señal de saludo, y después se dirige a mi hermano pequeño—. ¿Qué tal grandullón?

A mi hermano Chris no le contamos la verdad, pero creo que se huele algo. Por eso mamá vine, porque querían hacerle ver a Christian que era una ruptura amistosa, y así se ha quedado, jodiendonos a todos.

—Bien... —él solo puede estar centrado en el partido, le es indiferente todo lo demás.

—Abuelo, este es Enzo —el innombrable me mira para volver la vista al abuelo—. Enzo, mi abuelo.

—Y el mío —añado para fastidiar a Ashton. El me ignora olímpicamente.

Le saco una carcajada al abuelo por el cometario.

—Encantado señor Bell —le extiende la mano pero el abuelo lo ignora, poniéndose de pie y dándole un abrazo.

—Encantado Enzo, llámame Abuelo o como quieras menos señor Bell, me hace ver mayor.

—¿Y no lo estas, Kevin? —pregunta mi madre, enarcando una ceja en su dirección.

—Para ti si que soy señor Bell, Anita.

Me rio. Nos fulmina con la mirada al Abu y a mi, a la vez que aprieta los labios en una linia tensa, conteniéndose para decir algo. Mamá odia que le digan por su nombre, prefiere que le digamos Annie.

Al creer que Enzo esta incomodo ante tal situación, me giro a verlo. Pero esta sonriendo. Tiene una sonrisa tan bonita... Mi hermano esta igual que el innombrable, les divierte la situación.

—¡A comer! —grita la tía Sally, la hermana de papá, sacando la comida con unas manoplas en las manos, sosteniendo la cazuela.

—¿Y Spencer? —pregunta el abuelo, sentándose para presidir la mesa.

—Me ha llamado diciendo que vendrán mañana —responde papá.

Que suerte.

Me dirijo a la otra punta de la mesa, para presidir, al igual que el abuelo, pero llego tarde, porque esta mi madre.

—Madre, ¿puedes moverte? —pregunto. Es la primera vez que le dirijo la palabra en todo lo que llevamos de día. Estoy tensa, odio tener que estar a más de cinco centímetros de ella.

Hay otra cosa, mi madre nunca se ha hartado de darme bofetadas cuando le parecía que hacia mal algo. Le guardo tanto rencor por todo, que es malo hasta para mi, y cualquiera que sea observador se puede dar cuenta.

—¿Ahora si que me hablas? —mira su manicura perfectamente hecha.

—No me has dejado otra opción —le pongo mala cara y vuelvo a preguntarle lo mismo que antes—. ¿Te puedes cambiar de sitio?

—No, por una vez que no te sientes aquí no te pasara nada, antes era mi sitio... —eso ultimo lo comenta como si nada.

Antes era cuando me odiaba pero éramos una familia. Antes cuando nadie sabia de su mentira. Antes de que destruyera la familia y a sobre todo a papá. Antes de que odiara tan siquiera mírame por contarle a papa, cunado ni sabia lo que significaba la cosa, porque era una niña inocente.

—Perdiste tu derecho al acostarte con él —digo con asco señalando a Eddie.

Todos me miran y me fulminan con la mirada. Me van a recriminar lo que acabo de decir, pero ni me importa. A mi solo me importa lo que me diga el abuelo. No puedo descifrar su expresión facial. Parece orgullo y a la vez diciéndome que este no era el momento, pero a saber.

una más de la fraternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora