O3; El rompe corazones

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¿Cuántas veces había visto esa escena?

Muchas.

¿Le interesaba?

No.

Soltó un largo resoplido y dejo que sus ojos rodaran, y ahí estaba de nuevo, esos ojos cristalinos frente suyo, ese labio que temblaba levemente, y ese leve sollozo que salía por ellos como si hubiese recibido la peor noticia de su vida, pero era lo normal, Park Jimin ya estaba acostumbrado a esa escena que se repetía una y otra vez.

—P-pero... yo en verdad t-te amo... —dijo la omega frente suyo.

Y allí estaba esa palabra, esa odiosa palabra.

—No me importa —dijo Jimin—, no siento lo mismo.

—Pero...

—Sin peros —menciono el alfa, no estaba dispuesto a seguir parado allí perdiendo su tiempo—, ahora si me disculpas, tengo asuntos más importantes que atender.

No espero respuesta alguna, no necesitaba hacerlo, esa chica pronto pasaría de la tristeza al enojo después de sus palabras, y está vez quería ahorrarse la bofetada justo en su mejilla, no quiere un nuevo golpe, el anterior omega que se le había confesado le había dejado su mano perfectamente marcada en un rosa intenso sobre su rostro, ¡no esperaba que tuviera tanta fuerza!

Park Jimin, un alfa cualquiera, aunque no para muchas personas, para algunos era un cretino que solamente se la pasaba de un lado a otro robándose la atención completa de todos los omegas —casi siempre esto lo decían los alfas—, lo odiaban a toda costa y no querían saber nada de él, pero para otras personas, Jimin era perfecto, un alfa perfecto, el alfa que todo omega debería tener y desear con todas sus fuerzas —los omegas lo adoraban, y no podían dejar de suspirar a su paso—, decían que era el alfa ideal, el mejor de todos y que no había otro igual a él, pero había un pequeño problema, y era que los omegas a veces salían decepcionados al confesar sus sentimientos a Park Jimin.

La lista de corazones rotos de Jimin era inmensa, y aunque muchos omegas no querían pasar por la humillación de un corazón roto, algunos se creían lo suficientemente valientes como para pensar que Jimin les vería a los ojos y les juraría amor eterno, cosa que no sucedía.

—¡T-te odio!

—No puede ser... —dijo Jimin mientras fruncía el entrecejo, rodo los ojos de nueva cuenta, no esperaba que la omega siguiera insistente, no se giro sobre sus talones, el silencio en el pasillo estaba presente y los pocos que caminaban por el pasillo estaban atentos a lo que estaba pasando.

—E-eres el peor alfa... —un sollozo—, ¡un i-i-insensible de mierda!

Jimin sonrió para él mismo al escuchar esas palabras, ¿en verdad había escuchado eso? Se lo esperaba, pero no tan pronto, aunque también no era como si él quisiera tomarle mucha importancia a las palabras de esa omega.

No la miro a los ojos, no quería verla, si la veía sería como darle una satisfacción, y eso no era bueno, no para alguien como él, que no se dejaría ni siquiera humillar por esas palabras tan pobres.

—¿Eso crees? —pregunto para después soltar una suave risa—. Insensible... te recuerdo que yo no fui quien se confesó.

—¿Qué? —la omega no comprendía lo que decía el alfa.

—Aquí la insensible eres tú, por no cuidar de tus propias emociones cuando sé que sabías perfectamente que iba a rechazarte —sonrió ladino al no recibir una respuesta—, ¿quién es el insensible ahora?

No dejo que la omega volviera a interrumpir su caminar, así que sin decir una palabra más, volvió a retomar su camino, dejando que sus pasos se escucharan por el pasillo, mientras que las miradas y murmullos se hacían presentes, seguramente aquellas voces tan lejanas estarían hablando mal de él, seguramente algunos estarán pensando que es un tonto por rechazar a una omega tan linda como Jihyo, pero eso a Jimin le valía un comino.

Para Jimin, el amor era como una enfermedad, una muy contagiosa y que no te dejaba en paz como la gripe en invierno, le daba repulsión, y pensaba que el amor solamente se iba a encontrar en esas películas tontas y cursis que tanto le gustaban a su madre, y también en los libros y cuentos de hadas, porque cuando había amor en la vida real, era una mierda total, llena de sufrimiento y engaños que solamente hacían que la depresión fuera más grande.

Desde pequeño, Jimin había jurado nunca enamorarse, pues al ver a las personas enamoradas a su alrededor, pensaba que estaban locas, luego las veía con desamor, y pensaba que estaban aún más locas, era por eso, que había considerado al amor, como su enemigo numero uno, y había jurado que jamás iba a estar interesado en nadie y ese juramento era inquebrantable.

No por algo siempre terminaba por rechazar omegas conocidos y desconocidos que juraban estar perdidamente enamorados de él, pero claro él sabía perfectamente que solamente se trataban de palabras vacías y no necesitaba de palabrería, no más de la que ya tenía.

Una más a la lista interminable de rechazos de Park Jimin, y un nuevo adiós a esa palabrería inútil.

No podía ser más feliz.

Siguió su camino hasta que por fin sus pies lo llevaron directamente afuera, a los jardines, el aire fresco de otoño le daba una sensación sumamente cálida y llena de paz, pero aquella paz, se había ido por completo al caño cuando alguien lo empujo.

El golpe había sido duro por el choque, y eso había causado que Jimin el alfa que había salido como un triunfador por su nueva disputa con el amor, había caído con fuerza sobre su trasero, causándole dolor, mientras que, para colmo, encima suyo había caído alguien más, y por el tenue aroma dulzón que había llegado a las fosas nasales del alfa, pudo percatarse que se trataba de un omega.

—¡Pero que mierda...! —exclamo el alfa molesto, apretando los dientes y mirando a la persona que le había chocado y caído encima—. ¡Quítate!

—P-perdón, perdón, perdón —articulo velozmente el omega que estaba encima de él, quien se levantó de forma precipitada, y casi a punto de caer de nuevo.

Jimin apretaba con fuerza la mandíbula mientras veía al omega que le había caído encima, pero el omega ni siquiera se percataba de la furia en el rostro del alfa, cosa que estaba haciendo enojar más a Jimin.

—En verdad lo lamento mucho —dijo aquel omega para después volver a levantarse y hacer una reverencia antes de volver a salir corriendo.

—¡Oye! —era increíble, ni siquiera le ayudaba a levantarse, ese omega era un maldito descuidado de mierda.

Jimin pensó que el omega voltearía a verlo, pero no fue así, en cambio lo vio a lo lejos, que seguía corriendo con la cabeza mirando hacia el suelo, y chocando con más personas, pero claro no las tiraba como a él.

El alfa soltó un resoplido y antes de levantarse, llevo sus manos a su rostro, y cuando lo hizo, logro sentir agua, frunció el ceño, sobre su mejilla izquierda seco una gota de agua, frunció el ceño extrañado, el omega que lo había dejado tirado en el suelo no llevaba ni siquiera un jugo o una botella de agua como para que lo mojará, ni siquiera se veía con el cabello húmedo, por agua o sudor, ¿acaso estaba llorando?

Sacudió la cabeza para dejar de lado esos pensamientos, no tenía porque interesarle si ese omega estaba o no llorando, no es asunto suyo.

Una Cita Para Un Corazón Roto ||JimSu||Where stories live. Discover now