༻𝟹༺

2.8K 352 19
                                    

CUPCAKES DE VAINILLA «LOS PROBLEMAS NUNCA VIENEN SOLOS»

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CUPCAKES DE VAINILLA «LOS PROBLEMAS NUNCA VIENEN SOLOS»

➤1 barra y media de mantequilla sin sal
➤1 taza y media de azúcar
➤1 taza y media de leche
➤1/4 de cucharada de postre de sal
➤2 huevos
➤2 cucharadas y media de postre de levadura
➤2 cucharadas de postre de extracto de vainilla
➤2 tazas y media de harina.

LALISA

Días después de terminar mi último turno y horas después de que me obligaran a firmar una nueva política titulada «Las mascotas de Cedar Falls son parte de nuestra familia», me encontraba observado un nuevo impreso de traslado. Por muchas veces que intentara rellenarlo, siempre había dos preguntas que me impedían entregarlo:

«1. ¿Alguna vez ha resultado herido(a) de gravedad mientras cumplía con sus obligaciones a la hora de ejecutar la ley? (Por favor, explíquese)».

«2. ¿Ha terminado de rellenar las evaluaciones psicológicas necesarias (más allá del mínimo obligatorio)?».

Mi respuesta a la número uno había sido:

«1. Sí, dos veces. Un disparo en el pecho durante un robo a mano armada la primera vez. Otro disparo seis meses más tarde en el estómago, durante una emboscada de revancha».

Y a la dos:

«2. Demonios, no».

Sabía que esas dos respuestas no hacían nada más que garantizar mi permanencia en Cedar Falls, y, en el fondo, una parte de mí creía que en realidad eso sería lo mejor. Una parte muy muy pequeña, insignificante.

—¿Así que no piensas decirme nada? —La chica morena que estaba sentada frente a mí se sonrojó y me sacó de mis pensamientos. Su intromisión me recordó que estábamos sentadas en medio de un restaurante por cortesía de una cita a ciegas.

—Es decir, que no me importa quedarme mirándote durante toda la noche, puesto que eres increíblemente sexy —continuó, sonrojada—, pero debes tener algo en la cabeza, algo de lo que podamos hablar.

Pasó la lengua en torno a la gruesa pajita de su batido varias veces y me guiñó un ojo.

—¿Nada?

Mmm...

Sonreí y miré mi reloj: las nueve y ocho minutos.

Como de costumbre, mi teléfono vibró en mi bolsillo y fingí responder con las mismas frases falsas que había utilizado en ese tipo de citas anteriormente.

—Bueno, ¿puedes darte prisa? —Siempre me costaba mantenerme seria al hablar—. Te dije que tenía una cita con alguien muy especial esta noche, y ya me he pasado la primera parte preguntándome si me llamarías para darme esa información.

La mujer se quedó extasiada con esta interpretación, como solían hacerlo siempre, y entonces colgué.

—Dame cinco minutos —le dije mientras me ponía de pie—. Tengo que salir para terminar esta llamada, pero te aseguro que cuando vuelva estaré mucho más habladora.

𝙺𝙸𝚂𝚂𝙴𝚂 𝙰𝚃 𝙼𝙸𝙳𝙽𝙸𝙶𝙷𝚃     JENLISA G!PWhere stories live. Discover now