Mission of one thousand and one nights

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Una misión, solo eso.

O al menos eso era lo que se llevaba repitiendo durante 689 días. 689 días habían pasado desde que en una misión la KGB la había capturado y ya había perdido las esperanzas de ser rescatada.

Todo eso había empezado como otra misión más, se dejaría capturar y así la llevarían a la base de experimentos, la encontrarían y sería rescatada. Pero eso nunca paso, el rastreador falló.

Para nadie había sido sorpresa que la organización rusa quisiera de vuelta a su mejor arma. En su momento todo el adoctrinamiento que habían usado con ella había funcionado y ahora lo querían reactivar, cosa que le heló la sangre: sabía que funcionaria, siempre por más que enterrara sus emociones y pensamientos todo ella siempre estaría pendiendo de un hilo. Cosa que ni mil horas de terapia en S.H.I.E.L.D. arreglaron.

—Natalia— llamo una voz en la puerta de su "habitación" que era más bien una celda —¿Lista para tu entrenamiento de hoy?— ella se limito a seguir observando la pared. Su cuerpo se había adaptado de nueva cuenta a algo similar a la fotosíntesis, como cuando era tan solo una niña y sus demás compañeras también y las dejaban sin comer o con muy poco alimento para que su cuerpo se adaptará a usarlo para lo esencial.

—¿Qué me harán hoy?— pregunto dando media vuelta a su cabeza para ver por el rabillo del ojo al guardia tras ella.

—Lo que te hagamos no es opcional— le dijo caminando hacia ella para llevarla a dónde ya la esperaba una mujer mayor.

—Dime tu nombre— ordenó con algún motivó indescriptible, pues ya lo sabía. Se había vuelto un ritual diario.

—Natasha Romanoff— respondió y el primer latigazo dio contra su cuerpo y ella no reacciono ante el dolor.

En algún momento en días pasados supo que tendría que llevar en brazos las heridas que le ha hecho la vida, en las piernas las que le ha hecho Madame B, en la cara las de la traición, y en el corazón las que alguna vez dejo el amor.

—Es reconfortante saber que pronto estarás siguiendo órdenes, o no?— la tomo de la barbilla. La mujer era media cabeza más baja pero con sus elegantes zapatos de tacón apenas y se dio cuenta —Todo esto es importante para que tomes tu lugar en el mundo—

—No tengo cabida en el mundo— digo viendo al frente temiendo ver a los ojos de la mujer canosa esperando por que ese tortuoso momento diera fin.

—Así es. Repite tu nombre— Retrocedió unos pasos.

—Natalia Alianovna Romanova, la mejor viuda negra del KGB— cedió otorgando lo último que le quedaba de voluntad. La mujer mayor sonrió con autosuficiencia. Los planes de la organización darían frutos.

Natasha, o Natalia? Por el momento volvería a ser Natalia. Natalia se levantó como pudo del duro y elegante piso de marmol.

En la vida siempre ronda un dicho, una enseñanza que nos intentan imponer nuestros padres, "Si te caes te levantas","Lo que no te mata te hace más fuerte" pero si tus padres dejan de estar para apoyarte en estos juegos de la vida, de alguna forma terminas enfrascado en un torbellino de  cosas que, no te mataran pero tampoco te arán más fuerte, solo te matan de forma más lenta y rompiendote en pedacitos.

Madame B tenía eso ideología de que si a un niño le das un perro se encariña, luego lo llevas al desierto y le dejas al perro y lo necesario para que lo coma. Si el niño fue criado de forma amorosa y en una familia es capaz de morir con tal de no comer al perro; en cambio, si el niño fue criado por ella no se abría encariñado con el perro, y lo abría matado en el momento en el que le diera hambre.

Madame B le tomo del brazo y la llevo a un cuando de paredes que en algún momento fueron blancas con bordes negros, pero que ahora destilaban en un perfecto escarlata. Le dio un arma con una sola bala, y puso música, vídeos y fotos que en algún momento ella relaciono con su "familia", con los Vengadores.

—Un tiro Natalia, descubre como utilizarlo y aprovéchalo— la guío como un muñeco de trapo a un silla —Ребята, почему бы вам не прийти и не научить вас манерам— llamo en ruso.  No entendía a quien le hablo, no sabía que pensar cuando cuatro hombres entraron a esa habitación —Muy bien, yo mejor me retiro para darles privacidad. Ya saben que hacer— Sonrió maquiavélica antes de largarse de hay.

Empezaron a torturarla con cortadas en puntos nerviosos de sus brazos y piernas; desde la planta del pie hasta la parte exterior de la pantorrilla, desde el hombro hasta las clavículas. Esas eran algunos de los cortes que recibía por parte de los hombres mandados por Madame B.

En algún momento entre los cortes y venenos que le inyectaron unos de los hombres se quitó el cinturón y empezó a bajarse el pantalón, ella casi sin pensar le disparó entre los ojos no esperando que ellos estuvieran advertidos sobre la cantidad de balas en la pistola, porque en cuando los otros tres notaron que se encontraba al fin desarmada siguieron los pasos de su difunto amigo quitándose el uniforme de la agencia.

Le arrancaron la ropa con salvajismo prenda por prenda, cuando quedó totalmente desnuda uno de ellos la levantó y la llevo a unas colchonetas al fondo del cuarto, con los otros siguiendo su paso, la coloco de una forma poco grata siendo sostenida por sus palmas y rodillas cortadas.

—Вы готовы? Милая маленькая шлюшка. Смотри на мою суку лицо— le levantó el rostro de forma agresiva desde la barbilla.

One-shots. Natasha RomanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora