𝙳𝙸𝙴𝚉

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Cada que iba avanzando entre los tipos, escuchaba murmullos sobre que apuñalaron a Draken

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Cada que iba avanzando entre los tipos, escuchaba murmullos sobre que apuñalaron a Draken. Para mí, eso no era posible, sonaban como simples rumores en mis oídos, pero por más que me negaba a creerlo, más me encontraba en conflicto al no encontrarlo entre la gente.

Emma debía estar cerca de él, pero si no sabía dónde es que Draken estaba, no podía saber dónde estaba Emma.

Si habían atacado a Draken, tal vez también estaban atacando a Emma ahora mismo. Después de saber de lo que Moebius era capaz, casi tuve ganas de patear los culos de todos los que me rodeaban.

Estaba desesperada, ya había recorrido todo el estacionamiento más de una vez y no había señal de ninguno de los dos.

Mi sangre hervía, y de repente me dieron ganas de vómitar cuando el recuerdo de Shion Madarame apareció en mi mente.

Mi corazón se agitó del susto por el recuerdo turbio de mi pasado con ese tipo, así que decidí alejar ese recuerdo de mi mente y salir de ese estacionamiento para continuar mi búsqueda en otro lado.

— ¡EMMA! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!

Cuando vi a dos chicas en yukata, y a Draken con la cabeza sangrando, eche a correr más rápido, apretando el bate entre mis manos.

Emma y la otra chica se giraron, supongo que para huir, mientras que vi como Draken intentaba ponerse de pie, tambaleando.

— ¡MIKI-SAN! —gritó Emma.

Pasé de ambas chicas, y apreté el bate con mayor fuerza. Me recordé que no debían ser un golpes tan fuertes como para matarlos, pero tan fuertes como para dormirlos.

— ¡MALDITOOOOS! —grité dándome valor.

Pasé entre el cuerpo de Draken, y el de otro chico y di un buen salto.

La planta de mi zapato se estampó contra el pecho de un tipo que portaba un cuchillo, él se desmayó y terminamos cayendo al suelo, yo de pie sobre el pecho del sujeto; le di un batazo en la cabeza al tipo de al lado, y me agaché para tomar el cuchillo que estaba en el suelo; entonces se lo clavé al tipo que estaba del otro lado y luego le di un batazo en la cabeza.

Al estar todavía sobre el pecho del primer tipo, terminé tambaleándome y cayendo al suelo.

— ¡Ah! —me quejé por el golpe que se llevaron mis nalgas. Me levanté a duras penas y sacudí el barro de mis pantalones. — ¡Malditos! ¡Arruinaron mi pantalón! —señalé con el bate a los últimos dos sujetos que quedaban. — ¡Si no tienen ocho mil yenes en sus bolsillos, será mejor que empiecen a correr!

Entonces, un chico salió de la nada y le estampó un puñetazo a uno de los que estaban frente a mí.

— ¡¡TOMA ESO!! —gritó el muchacho de cabello color ciruela.

𝐁𝐎𝐍𝐓𝐄𝐍 | Tokyo Revengers Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt