𝙳𝙸𝙴𝙲𝙸𝙽𝚄𝙴𝚅𝙴

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Estaba estúpidamente cansada, el mundo me pesaba y sólo quería estar en reposo durante todo lo que me quedaba de vida

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Estaba estúpidamente cansada, el mundo me pesaba y sólo quería estar en reposo durante todo lo que me quedaba de vida. No era un estado natural, eso está claro; era un estado que yo misma me estaba provocando a través de pastillas.

Tal vez, no estaba haciendo las cosas bien, pero a decir verdad, no me importaba.

Cuando tomaba las pastillas que Hiragi conseguía para mí, el mundo se paralizaba, mis pensamientos también lo hacían y era como estar, pero no estar. Se sentía como flotar, y como si todo lo humano dentro de mí, se borrara. No había dolor físico ni mental, no podía sentir ni pensar nada. Es como si no fuera real.

Lo que me preocupaba últimamente, eran mis deudas. Le pedía dinero a Hiragi para sustentar algunas cosas personales, pero la mayoría del dinero que le pedía era para comprarle a él mismo las pastillas.

No podía seguir pidiéndole dinero, lo que le daba a cambio no era suficiente para la cantidad de billetes que me daba.

Sabía que, si las deudas se hacían más grandes, él no me haría nada. Pero si mi nuevo relajante se convertía en un problema, a lo mejor la solución sería acabar con todo el problema de raíz.

Entonces, derrotada; decidí levantarme del suelo y caminar hacia el escritorio. Tomé un bolígrafo y una hoja de papel que estaba por ahí y empecé a escribir.

Cosas que hacer

1) Besar a Mitsuya.

2) Visitar la tumba de Baji y papá.

3) Hablar con Ran.

4) Vengar la muerte de Baji.

5) Destruir a Izana y Shion.

Esa noche, iba a debutar en Toman. No sabía lo que estaba haciendo, ni cómo es que iba a lograrlo, pero en definitiva me iba a cobrar lo que Hanma le había hecho a Kazutora.

Sé muy bien que muchas veces el amor me ciega, que debo dejar que las personas asuman sus responsabilidades, pero conocía a Kazutora. No sé en qué momento Hanma también tuvo la oportunidad de desnudar las debilidades e inseguridades de Kazutora, pero precisamente porque las conocía, es que se le facilitó el manipularlo.

No pretendía justificar a Kazutora, pero como de todas maneras no soy demasiado razonable cuando se trata de las personas que amo; hacer responsable a Hanma por completo, era lo que más me daba alivio.

Cuando escuché una moto a lo lejos, supe que Hiragi ya había llegado. Observé una última vez la chaqueta que me había hecho Mitsuya y miré con desagrado la Onibaba que había tejido.

Amaba todo lo que Takashi podía hacer con sus manos, pero odiaba el hecho de que me conociera tanto como para representarme tan fácilmente.

Sentía que la gente me estaba condenando a algo o encasillando en algo. Y... ¿Cómo es que nadie podía ver lo desesperada que estaba por escapar de ese algo?

𝐁𝐎𝐍𝐓𝐄𝐍 | Tokyo Revengers Where stories live. Discover now