Capítulo 5

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Doce horas después de él estaba en completa negación, interpretando el personaje de: no-podría-importarme-menos-quien-miércoles-me-salvó-la-vida, con perfecta falsedad

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Doce horas después de él estaba en completa negación, interpretando el personaje de: no-podría-importarme-menos-quien-miércoles-me-salvó-la-vida, con perfecta falsedad. En otras palabras, estaba autoconvenciéndome de mentiras. Mentiras que rondaban mi mente en un frenético bucle. ¿Cómo podría interesarme un completo extraño que si bien me sacó del océano, me dejó solo en el medio de la playa? ¿Quién demonios hace eso? Quiero decir, al menos podría haberse quedado a mi lado para ver si continuaba respirando, o me ahogaba regurgitando algas y agua salada... O me comían los ojos las gaviotas...

Bueno, ya sé que están pensando: Noah, no seas tan borde melodramático. Okay, por lo menos no me nieguen el derecho a estar ofendido. Aún recuerdo cuando me quedé como hipnotizado mirando la condenada Polaroid, tiritando como un infeliz, a pesar de estar usando su sudadera. Me dejó una foto como evidencia de que estuvo allí. ¡Una foto! Y encima, la imagen estaba borrosa, claramente a propósito, generando toda esa aura de misterio que me ha tenido enloquecido.

Pasadas las veinticuatro horas, no podía sacarme la cadencia ronca de su voz de mi entreverada cabeza. ¡Si hasta casi me lo follo en sueños! Terminé aterrizando sobre mi trasero, cual adolescente horny. ¿Pueden culparme? Todo era tan vívido y sensual, que me desperté con la frente perlada de sudor y una erección tan dolorosa que tuve que contenerme para no aliviarme. Bueno, está bien, estoy mintiendo de nuevo. ¿A quién engaño? Me he tocado tantas veces pensando en él que ya perdí la cuenta, y esa no fue la excepción. No me juzguen.

Con cuarenta y ocho horas encima, mi novia me dejó porque me negué a tener sexo con ella. Se marchó con un portazo y ojos echando fuego. Se fue desconociendo este nuevo contexto donde un chico misterioso y demasiado sexi, hipotéticamente sabe mi nombre. Ese pensamiento hace que toda la maldita habitación gire al compás de mis latidos acelerados. Así que ahora aquí estoy, cigarrillo de por medio, esperando a que se digne a dar señales de vida, y ya que está, rescatar mi culo deprimido de mi mismo. Supongo...

Una idea tan irracional como tentadora me quema el cerebro: podría bajar al garage ahora mismo, tomar mi moto, y conducir hasta esa maldita playa. Podría quedarme plantado en esa duna hasta que algo suceda, o la gaviota se alimente de mi carroña si él no aparece.

Dios, Noah... escúchate a ti mismo, pareces sacado de una novela mexicana, de esas que le encantan a tu madre... Suficiente... ¿Es que acaso te has convertido en un pendejo enamorado? Patético te queda chico. Hablemos de vergüenza ajena, aunque en este caso sea mi subconsciente dando volteretas al aguantar tanta pavada.

En un intento desesperado por concentrarme en mi proyecto de arte, me preparo un segundo café y me siento frente al bastidor. Con la cabeza gacha, suspiro de frustración. No puedo arriesgar mi educación. Debo esforzarme o el profesor Milton, un viejo recalcitrante que enseña Dibujo 1, podría reprobarme. Si eso sucediera, mi padre dejaría de pagar por mi maestría. Odio depender de él. Detesto ser un esclavo de sus miradas condescendientes, y eternos reproches. Nunca fui lo suficientemente "buen hijo" como para ganarme otra cosa que no fueran rezongos sazonados con desaprobación.

Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora