Capítulo 18

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Sus carcajadas: se quedan en todos los rincones de mi casa mucho después de haberse ido

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Sus carcajadas: se quedan en todos los rincones de mi casa mucho después de haberse ido.

Se aferran al sofá donde vimos una película de terror, o intentamos hacerlo: Park me estaba haciendo cosquillas tan despiadadamente que tuve que reprenderlo, inmovilizarlo y hacerlo callar con más besos... Lo cual resultó contraproducente como castigo. Condujo a otra sesión completa de mimos, aunque esta vez, mucho más subidos de tono.

Sus risas se asoman por debajo de las almohadas que usamos para pelear. No tiene fuerza con su brazo derecho, debo confesarlo.

Pasean sobre las tablas de madera de la cocina donde quemé las palomitas de maíz, y él se burló de mi falta de habilidad como sous-chef.

Enciendo un cigarro y mi mirada vaga por el apartamento vacío; se siente más grande de alguna manera. Las cortinas de lino blanco se balancean, su tela transparente permitiendo que la luz del sol de la mañana se acumule. Él está en cada maldita mota de polvo que flota despreocupada.

Observé a Park irse desde el alféizar de mi ventana, queriendo y no queriendo que se diera la vuelta y me atrapara mirándolo. No lo hizo, así que se perdió mi pequeña crisis. Estoy tan ido... En su corazón, lato de nuevo, sintiendo la quemadura total de mis emociones, azotándome sin piedad.

Le dije —Odio que te vayas, pero me encanta verte de espaldas, bebé.

Sonrió tímidamente, mordiéndose el labio inferior y pasándose una mano por su cabello despeinado.

Supongo que así es como se siente estar totalmente loco por alguien: que las horas se convierten en segundos cuando están juntos. Momentos que se desdibujan, como los trazos en mi lienzo, porque tardas una eternidad en plantar besos a lo largo de su largo cuello. Ayer sus gemidos se mezclaron con las estrellas afuera mientras observaba su dulce rendición: los ojos cerrados, la respiración entrecortada.

Mi mente gira en torno al misterio de por qué estaba en esa playa en el momento exacto en que me estaba ahogando. Quien sea o la fuerza que lo haya hecho así, estaré eternamente agradecido. Incluso si no lo logro, incluso si termino cayéndome, arrastrándome y escondiendo mi rostro de esta maravillosa oportunidad, a pesar de todo y de mí, habrá valido la pena.

Mientras recojo nuestras tazas de café y limpio el cenicero, más momentos se derraman sobre los fragmentos del hombre que soy hoy. Intentan repararme, arreglarme, levantarme.

Mi corazón está tan roto que todo lo que quiero hacer es correr y esconderme. Pero ya estoy atrapado bajo su hechizo, así que todo lo que puedo hacer es esperar y dejarme hundir por las olas de emociones que brotan sin reparo, filtrándose dentro de mi frasco de vidrio con tapa de hojalata.

Sin Caleb, me he sentido como un insecto, impotente y confinado en los recodos de mi dolor. Observándolo todo desde atrás del vidrio contaminado, en silencio. No hay aire dentro de mi frasco, tampoco hay luz solar.

Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora