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Encontrar a Aisha en los baños no fue difícil ya que aún con la música de fondo Danielle fácilmente pudo escuchar a la perfección el sonido de su llanto justamente en el último cubículo. Parecía que la chica ni siquiera intentaba ser discreta. Seguramente a ese punto ya no le importaba que la escucharan, después de todo el video que protagonizaba ya estaba viralizado entre los alumnos de West Valley.
Danielle dudó en si debería acercarse y tocar su puerta o simplemente esperar a que Aisha saliera por su propia cuenta, lo cual, terminó sucediendo rápidamente pues de un momento a otro el llanto cedió. Acto seguido la puerta se abrió con brusquedad dejando ver a la chica de cabello corto con su nariz enrojecida y sus pequeños ojos algo inflamados.
—¿Vienes a burlarte de mi también?
Fue lo primero que le preguntó a Danielle con un tono de voz bastante a la defensiva al mismo tiempo que caminó hacia uno de los lavados para mirarse al espejo.
—¿Que? ¡Claro que no!—nego con su cabeza.—Solo quería preguntarte si estabas bien...
—Es una pregunta bastante estupida, ¿no crees?
Aisha desvió su mirada unos momentos hacia la peli negra través del espejo para después abrir la llave del agua y poder echarse un poco el rostro.
—Hm, en realidad no.—respondió algo pensativa.—Creo que es una pregunta válida cuando te preocupas por alguien...
—¿Tu te preocupas por mi?—cuestionó incrédula para después girar bruscamente hacia Danielle logrando que varias gotas de agua aterrizaran en su rostro y cabello.—No necesito tu lastima.
—No es lastima, Aisha.—se cruzo de brazos algo confundida por su actitud.—Lo que te hizo Yasmine no está bien y...
—¿Y viniste a mi rescate?—arqueó una ceja.—Pues pierdes tu tiempo, no por que me veas como una perdedora significa que también necesito de ti.
