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||Las manos se paseaban lentamente por su cintura, deteniéndose en sus caderas mientras los besos vagaban por su mandíbula hasta regresar desesperadamente a sus labios. Los jadeos y toques se volvían más eróticos junto a la música, mientras en aquella rockola se reproducía "Cherry" acompañando a los amantes.
—¿Cuántos años dijiste que tenías linda.
—Veinticuatro cariño -respondió la joven mientras posaba las manos en la cintura del hombre -¿Por qué preguntas? —No quiero más problemas con la ley, gajes del oficio.
Conforme la tensión en el cuarto aumentaba, la canción se conectaba con sus cuerpos que bailaban armónicamente, eso hasta que un golpeteo en la puerta interrumpió a los amantes.
—¿Esperabas a alguien?
—No sé ¿Puedes revisar papi?
El mayor se acercó a regañadientes hacia el cerrojo de la puerta, no sin antes observar por la mirilla en la parte alta de la misma; pudiendo divisar en ella a seis hombres apuntando con el cañón de un arma al pequeño agujero, arma que fue accionada al instante.
Las paredes blancas comenzaron a teñirse de un color escarlata hasta el último rincón, aquella joven observaba la escena horrorizada y en un vano intento por escapar un aura esmeralda la inmovilizó de forma rápida, sus gritos y quejidos no se hicieron esperar ante la situación, provocando las primeras palabras de los perpetradores.
—¿Están seguros de que ella es el objetivo? Barnes dijo que era peligrosa.
Inmediatamente uno de ellos arrancó bruscamente el rostro del otro, revelando a una joven que observaba con curiosidad a su objetivo.
—No es ella, él si —comentó observando al hombre que yacía en el suelo. —Lo lamento querida, pero viste mucho para dejarte con vida —Las miradas desaprobatorias se asentaron sobre ella tras la frase —¿Qué? ¿Acaso tienen una idea mejor? No, ¿o me equivoco Palmer?.
—Vuelve a llamarme de esa forma y me veré en la necesidad de castigarte, Amery. —Respondió el ojimiel a la pregunta, provocando un gruñido por parte de la castaña.
Aquel aura desaparecía conforme los jóvenes buscaban ideas para deshacerse de su testigo, sin embargo la habitación estaba completamente sellada y escapar era un chiste ante la magia que poseía cada puerta. El pelinegro se encontraba abrazando a la menor de aquel grupo, mientras otorgaba conforme los minutos pasaban pequeños besos en el cabello de la misma.
Una vez decidido el plan y lo que harían con ella fue demasiado fácil deshacerse de toda evidencia, ¿quién le creería a una chica con notorios signos de ebriedad que un grupo de brujos la atacó? Nadie. Bueno, nadie que no fuera de Hydra.
—¿Están todos listos? -cuestionó el oji miel observando a sus hermanos.
