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Las cosas ya no son las mismas, o al menos no las veo de la misma forma.

He tratado de mantener mi mente ocupada, sin descanso, sin tiempo para pensar en todo; la universidad me ayuda mucho a esto ya que me consume todo el tiempo libre que el trabajo no ocupa, además de que hago tiempo extra cuándo puedo.

Había quedado con Noemí que mi trabajo era de medio tiempo por mis estudios, y en el turno matutino, pero a veces llegaba en la tarde por que no quería estar en casa.

Sabía que mis padres sabían todo, o al menos una parte, pero que la muerte de Eva no estuviera directamente relacionada con los abusos además de no contar con evidencia hacía que ni yo pudiese denunciar, sin contar que tendría de enemigos toda una congregación que seguía ciegamente a ese señor, y pondría a mi familia en la lista negra de ellos, y no debía manchar el nombre de mis padres.

 Eso me habían enseñado bien.

Después de mucho volví a su lápida, no había ido desde el día del entierro, quizás por que aún me sentía en parte culpable, sentía que no merecía ir, pero no quería ser un mal amigo y no visitarla, a mi me hubiese gustado que ella me visitara si fuese al revés...

—Alguien viene seguido a verla.

—¿Porqué lo dices?

Izar se agachó para colocar un pequeño florero de barro con algunas flores artificiales en ella y la dejó junto a las demás flores, el florero lo había hecho ella, estaba aprendiendo a hacerlos, y cuándo se lo comentó a Eva ella le pidió una pieza e Izar quiso cumplir su promesa, aunque aún era muy novata, le había quedado bien, este tenía forma de florero, no como mi nueva taza favorita para tomar café...

—Era fácil de querer y tenía muchos que la querían...

—Sí, Eva era muy popular con sus compañeros, y algunos de los miembros de la congregación la querían mu...

—No me refiero a eso —me interrumpió ella, levantándose después de estar satisfecha con la posición en que dejó el florero—. Ella y yo no éramos tan cercanas, solo nos vimos unas dos veces, y compartíamos mensajes casi todos los días, y aún así se despidió de mí. Creo que no somos los únicos de los que ella se despidió.

—Eso tiene sentido.

—Así que... es hora de limpiar.

Se volvió a agachar para recoger las hojas, y yo la imité, limpiamos en silencio y en cuestión de segundos ya estaba listo, déjamos las hojas bajo un árbol dónde había más concentración de ellas.

No éramos los único con cargo de conciencia, quizás por eso muchas personas la frecuentaban...

Su lapida estaba llena de flores... ¿La mía las tendría?

—Me hubiera gustado verla por última vez.

—Yo no pude verla, es mejor recordarla así como la vimos la última vez —dije metiendo mis manos en mi chaqueta, empezaba a hacer frío—, una chica fuerte y buena persona por todo lo que pasó y...

—No —Izar me interrumpió con un tono de molestia que me confundió—. Estás equivocado.

—¿Ella no era una chica fuerte y buena persona?

—Lo era —respondió con obviedad y un tono como cansado, como si me hubiera explicado esto miles de veces y no fuera la primera—, pero no por todo lo que pasó.

—Las situaciones nos hacen fuertes —expliqué—, y ayudaron a forjar su...

—Ella era una chica fuerte y una buena persona a pesar de su situación, no por ella.

¡Rayos!... Ya No Quiero Ser Cristiano [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora