☆ Capitulo II ☆

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"Bésame"

Dos meses después

Acostumbraban a pasar el tiempo juntos. Entrenaban, paseaban, se hacían cargo de sus respectivos deberes, se ayudaban mutuamente, se divertían y se desempeñaban de maravilla en sus papeles.

En estos momentos, la Guardiana estaba recorriendo uno de los jardines más bellos que rodeaban Cair Paravel, junto con la menor de las Reinas.

— Esas son preciosas – dijo la niña de casi doce años con una encantadora sonrisa – ¿Qué son?

— Son peonias – respondió poniéndose de cuclillas para observarlas más de cerca –. Hay poca variedad de colores y suelen transmitir un mensaje o tienen un significado en especial.

— ¿Cuál es?

— “Soy afortunado de tenerte” – acarició apenas los pétalos –. Estos mensajes solían estar acompañados de algún presente para dar una insinuación o transmitir una emoción de forma disimulada. Aunque, claro, si no conoces el lenguaje de las flores tal vez nunca te des cuenta del detalle.

— Es adorable – dijo riendo levemente – ¿Cuál es tu favorita?

— Los jazmines.

Se adelantaron a contestar. Ni siquiera tuvieron que voltear para reconocer la voz del mayor de los Reyes de Narnia.

Roselyn sonrió medio de lado. Al parecer seguía recordándolo después de un tiempo.

— Y transmiten amabilidad, apego emocional y la amistad sincera – respondió la ojiazul levantándose.

— ¿Y tú cómo lo sabes? – la pequeña miró a su hermano y él se encogió de hombros.

— Me lo dijo una vez – sonrió con mínima timidez.

La verdad era que no lo había olvidado. Todo que ella le había dicho ese día parecía haberse grabado con fuego en su memoria. Su voz, sus gestos, sus palabras. Recordaba todo.

— Bueno… – canturreó Lucy con una sonrisilla – creo que los dejaré solos. Avísame si lo encuentras – la ojiazul asintió y le mandó un beso en despedida.

Miró a su hermano y le guiñó un ojo disimuladamente. Se fue dando pequeños saltitos, dejando a Peter medio sonrojado, ya que conocía con que intensión los dejó solos, y a Roselyn riendo entre dientes.

— ¿No deberías estar en una junta? – interrogó alzando una ceja.

— ¿Acaso quieres deshacerte de mí? – dijo igual.

— No, sólo que me parece raro verte por aquí – se encogió de hombros y volteó para seguir su camino original, mientras que el muchacho le seguía el paso con curiosidad.

Los jardines del palacio eran realmente extensos. Cair Paravel estaba rodeado por la magnífica naturaleza narniana.

Iban por un estrecho sendero de tierra en medio de árboles y flores silvestres. Caminaban en silencio y los rayos del sol se filtraban entre las hojas y ramas de los enormes árboles, y las mismas se meneaban ligeramente por la brisa.

— ¿Cómo sabes eso? – preguntó para romper el silencio.

— ¿Qué cosa?

— Lo de las flores.

— La respuesta es simple; tenía mucho tiempo libre – sonrió medio de lado y lo miró.

Seguía siendo el Peter de siempre, bueno, en mayor parte. Ahora con dieciocho años había empezado a conocer un poco más sus deberes reales. Comenzó a tener mayores responsabilidades y dirigía Narnia como un Rey debía hacerlo.

Rose | peter pevensie |Where stories live. Discover now