☆ Capítulo XIII ☆

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“Esto aún no termina”

Ava había seguido los pasos de su Guardiana al salir del salón. Pudo verla algo ida, cansada, decepcionada tal vez; y aunque intentaba contenerse, también pudo identificar su enojo. No se atrevió a dejarla sola. La conocía lo suficiente para saber que podía ser impulsiva cuando sus emociones estallaban, y Roselyn necesitaba estar tranquila. Necesitaba pensar con la cabeza fría.

Después de recorrer el Altozano de una punta a la otra, terminó convenciéndola para que fuera a descansar a los aposentos de las Reinas y cumplir su deseo de no ver a su amante por el momento. Apenas abrió la puerta se quedó mirando a Susan con las cejas arqueadas por su comportamiento poco… habitual, y entró casi a hurtadillas para sentarse junto a Lucy.

—¡Pero qué… imbéciles! —gruñó exasperada, caminando de un lado al otro dando pisotones—. ¡¿Qué tan desesperado hay que sentirse para siquiera considerar hacer un trato con esa hija de…?!

—¡Por Dios, Susan! —exclamó Roselyn, tapándole los oídos a la pequeña. Al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir, la Reina se cubrió la boca con las manos—. ¿Y ese vocabulario de dónde salió?

—De quince años viviendo contigo bajo el mismo techo puede ser una opción —opinó la menor de las Reinas quien, a pesar del intento de Roselyn, seguía escuchando perfectamente.

La Guardiana no pudo argumentar nada contra eso, sabiendo que tal vez tenía razón, y le quitó las manos de las orejas mientras blanqueaba los ojos.

—Perdón, lo siento —se disculpó la Benévola en un suspiro, llevándose las manos al pecho y cerrando los ojos para tranquilizarse—. Es que… sigo sin creérmelo.

—Nadie se lo cree, Susan.

—Mis Señoras, el Príncipe Caspian y el Rey Peter habrán tenido sus razones para actuar de aquella manera —dijo la dríade con voz serena, acercándose a ellas.

—Eso no lo justifica, Ava —refutó la mayor de las Reinas con un poco de fastidio—. Pudieron ponernos en peligro a todos y no fueron conscientes de eso.

La habitación quedó en silencio hasta que Edmund, quien se había mantenido callado desde que llegó a la par de sus hermanas, decidió hablar con la vista clavada en punto fijo en la pared.

—Tal vez no deberían ser tan duras con ellos.

Sabía que los chicos no eran tan tontos como para poner en juego lo poco que les quedaba a propósito. Solo estaban bajo los efectos de Jadis. La Bruja Blanca era una mujer oscura y vil, pero igual de inteligente y astuta. Usaba sus dotes de persuasión para hacer el mal y él tuvo que entenderlo por las malas.

—Edmund… —Roselyn quiso objetar, pero el joven se puso de pie y miró a las chicas con seriedad.

—Solo razónenlo por un segundo, ¿quieren? —las Hijas de Eva cedieron y lo escucharon con atención—. Caspian está confundido, dolido y cegado de lo que sea que lo impulsó a hacer esa estupidez. Hace menos de veinticuatro horas su propio tío le confirmó sin remordimiento que asesinó a su padre a sangre fría para estar un paso más cerca de la corona —Roselyn hizo una mueca, recordando la frialdad y el cinismo de Miraz.

—Sigue sin ser suficiente —dijo la Reina con firmeza.

—Susan, déjalo hablar —pidió su hermana menor, y la muchacha resopló por lo bajo.

Rose | peter pevensie |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora