59. Pasión oculta - Larry Stylinson-Adaptación- Terminada

Veintitrés

En la mañana, tras haber hecho su equipaje y haber estado dando vueltas y más vueltas, en la solitaria cama de la habitación de invitados, a la que había vuelto, luego de que revelarse la verdad, Louis se levantó con idea de irse.

Este tenía el corazón en un puño pues a pesar de que sabía que ese momento llegaría y tendría que decir adiós a Harry, creyó poder estar con él hasta el día en que este se embarcarse.

Tras ducharse, este se vistió y cogió su maleta, entonces bajó las escaleras y caminó hasta la salida.

…—Lou, espera—Escuchó hablar a su ex novio.

Este se giró, encontrándose al menor de los Styles en pijama y en lo alto de la escalera.

—Ya me voy Luke, despideme de tu familia por mi.

Su ex bajó las escaleras y tras caminar hacia él, le dio un abrazo.

—Lo siento...siento que lo muestro no funcionase, de veras creí que te haría feliz y yo lo sería también pero...

El ojiazul negó con lágrimas en los ojos.

—Oye, no tienes que disculparte, soy yo el que cometió el error desde un principio, debimos continuar como amigos, lo siento.

El moreno asintió.

—¿Te vas sólo?, ¿Acaso Hazza no te llevará a...

—No, me iré andando hasta el pueblo y luego cogeré un taxi y regresaré a Los Ángeles y comenzaré una nueva vida con el dinero de la herencia de mis padres.

—Bueno pues que tengas mucha suerte Louis y llámame de vez en cuando, para saber cómo te va.

Este asintió.

—Claro, lo haré...adiós, Luke.

—Adiós.

El ojiazul salió por la puerta sin mirar atrás pues le era demasiado amargo y doloroso y caminó con decisión por el caminó que lo llevaba a fuera de la propiedad de los Styles.

Cuando ya llevaba más de una media hora caminando, el castaño escuchó tras de sí el sonido de una bocina, entonces se giró y vio que se trataba del coche del marino mercante, el cual miraba con la cara desencajada.

—¿Ibas a irte así sin más?—preguntó este muy molesto tras apearse.

Louis se encogió de hombros.

—¿Y qué más podía hacer?, de todas formas tú te irás mañana y quizás ya no volvamos a vernos, ¿Para qué alargar lo inevitable?

—Déjame al menos llevarte hasta la cuidad.

—No, no hace falta, cogeré un taxi en el pueblo y lueg....

—Por favor, insisto.

El ojiazul finalmente asintió y se subió al coche seguido del ojiverde, el cual encendió el motor y emprendió el camino.

—Luke me dijo que te ibas sin decir nada, vino a mi habitación y casi me tira de la cama al intentar darme un puñetazo.

—Oh joder, ¿Estás bien?—habló el más joven preocupado.

—Oh si, bueno falló pero si me gritó furioso para que me levantase porque te habías ido solo y debía llevarte al menos.

—Ya le dije que no era necesario, además caminar me ayuda a pensar.

El marino tragó duro.

—¿Y qué has pensado?, ¿Qué harás ahora?.

El castaño soltó un profundo suspiro.