Capítulo 6.

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— Y eso fue todo lo que pasó

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— Y eso fue todo lo que pasó.

Rindou termino de relatar todos los acontecimientos que habían ocurrido entre los Haitani y los Kawata, a un desinteresado Kokonoi, quien realmente no sabía por qué había accedido a reunirse con ellos una vez más.

Aunque probablemente se deba a Inui regañandolo y diciéndole que necesita socializar más con personas de su edad.

— ¿No tienen a otra persona que molestar?—. Comentó el pelinegro fastidiado mientras apoyaba sus codos en la mesa de la cafetería que parecía ser ahora el punto de encuentro de todas sus reuniones.

— Entre semana no.

— Kakucho fue nuestra primera opción pero no estaba disponible. Al parecer iba a tener una cita doble con Izana y su hermano, y obvio la pareja de su hermano—. Ran comentó tomando un sorbo del café negro que había pedido. Últimamente el mayor de los Haitani no había podido dormir bien, por lo que debajo de sus ojos se exhibían algunos rastros leves de ojeras.

— ¿Me ven cara de psicólogo o algo así?

— Eres la única persona que conocemos que tiene alma gemela.

— ¿Entonces por qué iban a hablar con Kakucho si su alma gemela murió?

— ¿Bromeas? Kakucho a aguantado a Izana por años, ese chico merece un premio Nobel o algo así.

Kokonoi tuvo que asentir en acuerdo con lo que comentaba Rindou, Izana podía ser una persona especialmente difícil, por lo poco que habían convivido sabía que no era una persona emocionalmente estable.

Aunque sinceramente, ¿quién de su grupo de conocidos lo estaba? Tal vez era algún requisito para ser pandillero o algo así.

— Les comenzaré a cobrar por mis consejos.

— Olvídalo, no te pagaré nada más después de la apuesta que hice contigo.

— Qué fastidio—. Murmuró Hajime tomando una cucharada del pastel de chocolate amargo que había pedido.

Justo ahora, podría estar en una perfecta cita con su rubio novio, tomando su mano y caminando por el parque, o incluso podría estar amenazando a las personas que le debían dinero con su bate de madera lleno de clavos, y no aquí, escuchando a los hermanos Haitani quejándose de su miseria, y revolcándose en su autocompasión mientras murmuraban una y otra vez los nombres de los gemelos Kawata.

Kokonoi comenzaba a compadecerse de esos pobres chicos, le habían tocado las almas gemelas más fastidiosas del mundo.

Determinado a irse, para volver a su departamento donde se encontraría con el cálido abrazo de Inupi, decidió que por segunda vez ayudaría a esos idiotas con el tema de sus almas gemelas, sino sería imposible que lo dejarán irse sin armar un escándalo en plena cafetería, o peor aún, llamar a Inupi y acusarlo de no querer ayudar a sus queridos amigos los hermanos Haitani. Kokonoi prefería evitarse el regaño que le daría Seishu si se enteraba que Koko estaba siendo borde o antipático con sus supuestos amigos.

Soulmates «Ringry & Ranley»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora