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–¿Ahora que hago? No me va a perdonar nunca y yo no puedo perderla, a ella no-el desespero era evidente en la voz y acciones de Lisa, se movía de un lado a otro con la cabeza entre las manos y mirando al cielo como si buscara la respuesta a una pregunta que ni siquiera había formulado aún.

–Liz tranquilízate primero, ella te escuchará-Jackson la tomó de los brazos para detenerla.

–No lo hará, ella no perdona, me tratará como a una extraña y no lo podré soportar-su caja toráxica le parecía cada vez más reducida, se instaló una presión en su pecho casi insoportable–No puedo, no puedo-repetía la misma frase como un bucle.

–Lisa, reacciona, reacciona-la movía con algo de fuerza para traerla de regreso de sus pensamientos pero estaba tan internada en estos que a penas se daba cuanta de donde estaba o con quien–¡Reacciona!-gritó llamando la atención de todos menos de la que necesitaba–Ya no sé que más hacer para que reaccione-le habló a Mark que estaba igual o peor que la castaña–Lo que me faltaba, el otro también se quedó perdido, ¿acaso soy la única persona normal en este lugar?-miró a su alrededor con desagrado y suspiró, sacó una botella de agua de su mochila y la vació en la cabeza de su novio haciéndolo sobresaltar–¡Al fin tonto!-le golpeó el hombro después de sentar a la menor en el banco–Parece muerta.

–Ni lo digas-se lamentó el castaño mirando de cerca los ojos perdidos de la chica–¿Qué podemos hacer para que reaccione?-le inquirió al pelinegro obteniendo solo un encogimiendo de hombros como respuesta.

–¡Ya sé!-salta en su lugar agachándose a su altura–¡Rosé!-gritó sacando a Lisa de su ensoñación–¡Toma ya, lo conseguí!-celebró pero su expresión cambió al ver el rostro triste de la menor, se sentó a su lado y comenzó a acariciarle el cabello–No te preocupes, Rosé puede ser rencorosa a veces pero te quiere y estoy seguro que tarde o temprano te va a perdonar y volverán a estar como antes, eres alguien especial para ella, si no fuera así no hubiera reaccionado de esa forma, tú le importas y se dará cuenta que vales mucho más que un simple enojo, que lo que pasó con su madre es parte del pasado y que eres su presente y posiblemente su futuro, solo tenle paciencia, es cabezota pero te quiere-la consoló durante veinte minutos sin conseguir la reacción esperada.

–Voy a buscar a Rosé, no me perdonará a menos que yo haga algo para lograrlo-los mayores asintieron entendiéndola y la castaña se despidió de ellas adentrándose en el convento. Recorrió cada uno de los fríos pasillos del lugar sin tener ningún éxito en su búsqueda–Jihyo ¿has visto a Rosé?-indagó cuando se encontró con la rubia cerca de la capilla.

–Sí, hace un rato me la encontré en la enfermería, estaba triste y tenía los ojos rojos, creo que estuvo llorando-comentó para luego seguir su camino. Se dirigió hasta la ubicación indicada encontrándosela sentada en la camilla dándole la espalda a la puerta, se acercó a paso lento y en silencio para no sobresaltarla. Pensó unos minutos en como iniciar la conversación, lo que menos quería era que volviera a salir corriendo, pero no encontró una buena forma así que se decidió por lo más sencillo y dejó todo en manos del destino.

–¿Rosie?-susurró estando a solo unos pasos de distancia para no agobiarla, es lo que menos necesita en estos momento. La nombrada se bajó rápidamente encarándola.

–Lisa-su nombre salió a penas en un hilo de voz, no quería verla, al menos no en ese momento–Te dije que no quiero verte, después de lo que dijiste no creo que te pueda ver la cara en mucho tiempo-centenció para emprender su camino a la puerta.

–Rosé por favor escúchame-volvió a suplicar tomándola del brazo para que se detuviera.

–¿Qué me vas a decir Lisa?¿que lo sientes y que lamentas haber dicho eso? o ¿que fue para caerle bien a los chicos?¿que realmente no es eso lo que piensas? Eso ya no importa, me hiciste daño, sabes lo que me duele el tema de mi madre y aún así no te importó-sollozó con la rabia y la tristeza mezclándose en su voz.

–No quería hacerte daño, hay cosas que tal vez no sabes y no es bueno que te crees ideas cuando no sabes toda la verdad, aún queda la versión de tu madre-trató de explicarle.

–¿Y como quieres que la sepa si se fue?, ¡nos abandono!-habló con ironía–¡Yo a penas me acuerdo de ella, no merece que le tenga ni un mínimo de consideración cuando ella no la tuvo con nosotros!-se soltó del agarre mirándola con molestia–si algún día se atreviera a hablarme siquiera la mandaría al demonio sin pensármelo dos veces-le dió la espalda y se fue del lugar.

A la hora de la cena se encontraban todas reunidas en el comedor, las jóvenes habían notado la tensión entre las compañeras de habitación mientras todas tenían la misma pregunta rondando en su cabeza, el por qué de su comportamiento.

–Chicas, las nuevas novicias ya han llegado del convento de Santa Lucía, ellas son Jennie Kim-señaló a la castaña clara bajita–Hiray Momo-esta vez fue una chica un poco más alta con el cabello rubio a la altura de los hombros–Kang Seulgi-otra rubia de la misma estatura con cara de bebé–Im Nayeon-peliazul, sonriente y con rostro de conejo, algo no muy común en ese maldito lugar–Kim Jisoo-una pelinegra un poco más alta que la otra Kim, esta última llamó considerablemente la atención de las dos chicas aunque solo a Lisa le resultó extrañamente familiar «¿Jisoo? Ese no es el nombre de la que era vecina de Ro... ¿¡Rosé!?».

Fantasía prohibida (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora