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Mark culpaba a los recientes eventos ocurridos en su vida de su situación actual, debió hacerle caso a su hermano y no venir a trabajar.

Por desgracia su trabajo no era rellenando papeles donde podías desecharlo si te equivocabas, Mark arriesgaba el pellejo en el suyo y si no estaba al cien por ciento podían pasar cosas como estas.

Cerró los ojos con fuerza tratando de enfocar su visión, para cuando los abrió vio la oscuridad a su alrededor, era un almacén húmedo, uno en el que se encontraba esposado a una silla.

Por favor, no podía ser en serio, el cambia-formas al que cazaba no era nada del otro mundo, ¿Cómo se dejó capturar?

—Es bueno que hayas despertado Mark Lynn-Storm, estoy seguro de que tus padres darán mucho por ti.

Bueno, esto era un capítulo atípico de su vida, por lo general nunca lograban capturarlo o hacerle daño, que este lobo inferior lo hiciera decía mucho de su psiquis.

No le fue bien en estos días, aún estaba preocupado por su padre, su condición lo puso nervioso y distraído, Ritz ya no estaba en peligro, pero su cabeza no se alejaba de ese escenario. Mark seguía reproduciendo una y otra vez su estado, las palabras de consuelo de Dian y mucho después haber matado al mago que lo envenenó.

Estaba bien, pero su cabeza no podía comprenderlo. Dian fue por él a la mansión, estuvo ahí para él, pero aún no sabía el por qué.

—No tendremos que llegar a eso, si me sueltas podemos llegar a un acuerdo —el chico de cabello rubio sucio mostró una sonrisa irónica, sus colmillos puntiagudos se dejaron ver.

—No llegaré a un acuerdo contigo, no tienes nada que ofrecerme.

—Si tengo, puedo ofrecerte una muerte rápida y sin dolor —el cambia-formas se carcajeó.

—Eres tú quien está atado a una silla.

—No por mucho —gruñó jalando las esposas, la plata picaba sobre su piel.

—No debiste venir solo a buscarme.

—No eres tan peligroso como crees que eres, sólo eres un sucio asesino, ni siquiera te metes con los de tu propia especie, matar humanos te hace patético —el lobo resopló.

—¿Y qué eres tú estando apresado por este ser patético?

Mark gruñó sin tener un argumento y comenzó a tratar de romper las cadenas con las garras. Al ser hijo de Orión tenía un poco de resistencia a la plata, se alegraba de ello.

El lobo frente a él abrió los ojos en grande y miró hacia la puerta metálica, Mark olfateó y tuvo que morderse el labio para no gemir, no caería en eso otra vez.

La puerta se abrió con un golpe estridente y el lobo castaño se ubicó detrás suyo, colocó las garras en su cuello mirando al recién llegado.

Se veía mejor que nunca, con botas de combate, un pantalón que, aunque no era ceñido estaba lo bastante cerca y camisa verde esmeralda. Dian lo miró fijamente sin importarle demasiado que era un rehén.

—Vine por ti, Mark —dijo, Mark gimió viéndolo, el pelo negro estaba lo bastante largo como para poder recogerlo en una pequeña coleta y sus ojos castaños brillaban.

Mark lo amaba y a la misma vez le odiaba con toda su alma.

—No necesito tu ayuda, me las estoy arreglando bien sin ti —el lobo a su espalda lo agarró del pelo y pegó aún más las garras a su cuello.

—Cállense, aún sigo aquí, no me sigan subestimando —Dian arqueó una ceja y sonrió.

—Veo que estás cómodo.

Predestinados IV: Lazos de Familia (AlfaxAlfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora