Capítulo 4

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Seguía agitada y con los recuerdos en su mente y lagrimas cayendo de sus ojos, eso había sido anormal, loco y traumante. Meliodas, el meliodas que creía que era, no sólo le había gritado e insultado, se había transformado en una cosa frente a sus ojos y se había echado a correr hacia el bosque. Recordaba sus patas raspando el suelo, su aullido feroz que se quedó grabado en sus oídos, sus chillidos y súplicas internas de ayuda.

Estaba enojada, frustrada y asustada. No había dejado de temblar desde que llegó a su casa casi por desmayarse y había asustado a sus hermanas. Claramente ellas le habían preguntado que le sucedía y por qué estaba tan sucia. Sin embargo, no les había dicho ni una palabra, incluso le dieron un baño como cuando era solo una niña pequeña, le habían escogido algo de ropa limpia y estaban en la cocina preparando un té para sus nervios

Aunque quisiera no podía decir nada. No sólo porque sería vista como una maldita loca, sino porque podía poner a meliodas en un peligro inminente. El mundo humano no era nada justo con las cosas sobrenaturales, el humano le tenía miedo, justo como ella en esos momentos, corrían, pedían que lo sobrenatural fuera asesinado y hasta que no veían la sangre estaban tranquilos. Sabía, que sí decía una palabra y alguien llegaba a creerle corría el riesgo de que amaneciera muerto por algo que no sabía que tenía. ¿Desde cuando era así? ¿Siempre? Era imposible que fuera siempre así, nunca se había mostrado así de animal como días atrás.

Se calmo un poco con esos pensamientos. Quizá estaba juzgando mal, quizá el miedo la había tomado como rehén sin saber lo que meliodas sentía atrapado en un cuerpo que desconocía como suyo. Igual que todo ser humano se había alejado por terror sin poder entender y procesar la información en su cabeza

También, debemos de aceptar que estas situaciones nunca son de las que se digieren rápido, siempre son...extrañas y complicadas en su mayoría, más cuando llevabas una vida casi perfecta y de la nada todo se volteaba y se volvía complicado. Cuando menos se dio cuenta, su cuerpo ya había dejado de temblar y ya no abrazaba sus piernas tan fuerte, seguía sintiendo miedo y nerviosismo pero ya no tanto como antes.

—Toma ellie—escucho a su hermana mayor entrar a su habitación y dejarle el té caliente sobre su mesita de noche. La tasa era blanca pulcro, un poco de vapor caliente salía de esta y cuando la tomó entre sus manos la calidez que le transmitió terminó de calmarla —¿Ya estas mejor? —

—S-Si—tartamudeo soplando su líquido y dándole un pequeño trago

—¿Qué sucedió? ¿Por qué llegaste así? ¿Tiene que ver con meliodas? —¿Qué si tenía que ver con meliodas? ¡Claro que tenía que ver con él! Quería gritarle que si, que todos sus malditos problemas tenían que ver con ese idiota de cabello rubio, que la tenía asustada y acorralada, que ya no sabía quién era la persona que besaba y miraba a los ojos, que le daba miedo encontrarlo y que terminara lo que empezó en el bosque. Sin embargo, solo tenso los labios y negó con la cabeza. Eso no dejó muy convencida a su hermana, quien entre cerró los ojos para encontrar algo que la hiciera convencerla de hablar, para su mala suerte no había nada, solo era una máscara impenetrable de pensamientos destructivos y amables mientras cada vez tomaba más de su líquido calmante. Soltó un suspiro y se dio media vuelta en su lugar para aproximarse hacia la puerta—Bien, si necesitas algo dile a Verónica. Saldré con guilthunder y zaratras—murmuró, en voz baja haciendo mención de su marido y su único hijo, del cual le habían puesto el nombre del fallecido padre del de cabellos rosas.

Asintió levemente sin mirarla, agradeció en voz baja y cuando se encontró sola en su habitación nuevamente, soltó un fuerte suspiro de frustración. Cualquier persona se alejaría, acusaria o mataría, pero su maldita personalidad dulce no dejaba de pensar en otras soluciones. Pedir explicaciones, terminar en Buenos términos, ayudarlo, buscarlo incluso cuando está a nada de anochecer y los últimos rayos de luz se despedían de ella.

Nocturnal AnimalsWhere stories live. Discover now