Capítulo 8

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Corría rápidamente mientras buscaba a su presa con ojos furiosos y su boca llena de saliva. Podía olerla, ese manto de flores y dulzura que lo tenía tan encantado, esa vez no iba poder huir de él. Estaba molesto, con la ira cegado sus ojos y el hambre matando lo desde adentro. Veía sus cabellos plateados, cada vez más cerca de él, su cara asustada, sus piernas intentando huir pero era completamente inútil. Él era mucho más rápido que ella, antes de que pudiera evitarlo, se le puso de frente, le gruño de forma animal y se lanzó sobre ella.

—¡Kyaaaaa! —silencio...y tras unos cuantos segundos la albina soltó una carcajada enorme y empezó a acariciar la cabeza peluda de su prometido—Meliodas, no seas tan brusco, puedes llegar a lastimarnos—rió un poco consiguiendo que el lobo soltara un chillido y empezará a acostarse hasta quedar con su cabeza en las piernas descubiertas de su mujer. Hacía ya varios años desde que eso había pasado y tal como lo había prometido le estaba pagando todo lo que le había aguantado, le había comprado un anillo de compromiso digno de una princesa, había llevado rosas blancas cada día desde que había hecho su promesa y cada vez esos momentos donde la perseguía y se divertían eran más seguidos. La amaba y aunque algunos podrían decir que se habían perdido de algunas cosas, la realidad era que no.

Desde su primera cacería las cosas habían vuelto a la normalidad, tal vez los celos no habían disminuido tanto como le gustaría, pero lo demás sí, sus momentos íntimos habían disminuido de rudeza, era más delicado, besando su piel, lamiendo cada parte de su cuerpo y preocupándose por su placer más que por detener al animal, que ahora eran sangre y hueso, uno parte del otro. Disfrutando de la caricias que la mujer daba sobre su pelaje, el lobo sacó la lengua para tomar aire y movía su cola peluda de un lado a otro y algo sucia por la tierra en la que estaban.

—Y también por favor no me tires al suelo. Sabes que puede perjudicarnos—un chillido salió del hocico del lobo quien se mostró arrepentido por olvidar ese pequeño detalle y luego lamio un poco su vientre cubierto por la ropa. No pasó mucho para que elizabeth sonriera, levantará su camisa para descubrir todo su estomago y luego se sonrojará cuando el animal salvaje empezará a restregarse sobre esa parte, no sabía que sentía, pero sabía que era algo fuerte según Ban. Los lobos protegían a sus cachorros con la vida de ser necesario, era algo fuerte que no podía controlar, simplemente se comportaba como cualquier salvaje en su habitad natural—Jaja Mel no hagas eso— exclamó saliendo de sus pensamientos cuando empezó a sentir la áspera lengua del lobo lamiendo su vientre, para él eran besos así que no se quejaba pero sentía cosquillas al estar tan sensible de su cuerpo.

Según el médico era normal, su cuerpo se estaba adaptando a los cambios y eso la tenía tan vulnerable a cualquier roce, no se quejaba por lo que podía hacer con su prometido. Además, sabía que le gustaba hacer eso con su pequeño vientre de embarazo fuera humano o lobo. Lo conocía perfectamente bien y no se quejaba de la forma en la que la recompensaba por seguir con él pese a todo eso, los gruñidos se había vuelto normales, las persecuciones eran su diversión y aunque sabía que tendrían que dejar de hacerlo un tiempo, la recompensa sería que otro par de pies...o patas, podría seguir y jugar con ellos.

Pensar en eso la hizo hacer una mueca y detener las caricias que le hacía a la cabeza de su amante. ¿Qué pasaba si el bebé era sólo un humano? ¿Meliodas se iba a molestar? ¿Lo iba a odiar? Según lo que king le había contado, los lobos se juntan con otros lobos y cuando la mujer da a luz lo hace en su forma perruna, en conclusión nacen pequeños cachorros. Ella era humana, iba a dar a luz en forma humana, y obviamente iba a tener a un humano, pero no sabían si en el futuro tendría la misma capacidad de meliodas de transformarse o no. La duda aveces no le permitía dormir y aunque sabía que era dañino su miedo era aún más fuerte.

—¿Ellie? —casi da un salto cuando sintió las frías manos de su prometido contra su mejilla y su voz llegó hasta sus oídos. ¿En que momento...? Apenas se recuperó del shock, trajo salí a algo nerviosa por la desnudes del hombre y sonrió un poco torcido preocupandolo más—¿Qué pasa? ¿Te lastime mucho? ¿Sientes algo? ¿Te llevó al hospital? —

Nocturnal AnimalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora