Final

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Miraba fijamente hacia la nada mientras respiraba hondo. No podía pensar en nada más que en su elizabeth y se aseguraba de que su dulce olor desapareciera. Quizá, era por eso que se negaba a entrar a la casa que ambos habían comprando con su esfuerzo. El aire seguía oliendo a ella, pero su verdadera esencia se perdía en el viento entre más se alejaba. Sería difícil que la rastrearan y eso lo sabia, aunque tomarán una prenda suya y olfatearan ella ya se habría ido para cuando llegarán

—Así que, aquí estabas—escucho la voz de su mejor amigo y le lanzó una mirada rápida antes de volver hacia la nada—Creí que estarías...no se, entrenando o preparándote para el reto—

—No es necesario —respondió—Soy más fuerte y rápido que él, no será fácil, pero no debo de entrenar para nada—

—¿Por qué? —

—¿De qué me servirá? Hacer más musculo para cuando llegue la hora. Pelearse por mi futuro y el de mi amada, no necesito entrenar—estaba seguro de lo que decía. Subió una de sus piernas a su asiento recargando su codo en la misma e inhalo hondo, el alivio y ansiedad que sintió al mismo tiempo llenaron su mente, pero cuando el sentimiento que predominó fue el de el alivio, su mirada esmeralda se relajo y volvió a ver a el amigo que mi dejaba de observarlo—Ya casi no puedo percibirla—

—King supuso que la alejarías —el cuerpo del más bajo se tenso

—¿Qué? —

—Descuida, no mando a nadie tras de ella ni a vigilarla. Sabe lo importante que es para ti —un gruñido bajo salió de los labios masculinos y se abrazo a sí mismo recuperando su postura inicial —Se van a matar entre ustedes y aún así siguen siendo amigos—

—Sabes tan bien como yo que no quiero hacerle daño. Pero por elizabeth y mi hijo lo mataré de ser necesario—objeto. Ya lo sabia y aún así solo negó con la cabeza y se sentó al lado de su mejor amigo. Las escaleras que iban hacia el interior ahora estaban ocupadas por ellos y mientras el sol iba cayendo en el horizonte, los gruñidos y aullidos de la manada erizaban sus pieles como el aire que los rodeaba—Ban, si llego a morir. Quiero que cuides a elizabeth —

—Es demasiado pronto para eso meliodas—

—Solo quiero asegurarme de que estará bien—suspiró un poco y le dio unas palmadas al hombro de su amigo de mayor estatura—Tú sabrás cuando alguien esté cerca de ella, serás capaz de alejarla antes de que la encuentren. Se que te pido mucho y que tu lealtad está con la manada, pero si llegaras a preferir a la tribu —lo miro directamente a los ojos —Al menos me gustaría que tú fueras el tutor de mi hijo—

—Meliodas, sabes tan bien como yo... —

—Solo quiero que este a salvo —lo interrumpió una vez más sin dejar de mirarlo—Por favor Ban, hazle esta promesa a este moribundo, solo cuida a elizabeth por mi si es que no regreso—un silencio denso donde se escuchaban ramas rotas y hojas secas cayendo al suelo, pequeños ladridos de los perros que podían olfatear a los lobos y los carros corriendo por la calle sin fijarse en ellos. Cuando la mirada del blondo fue tan brillante como para distinguirse en la penumbra, Ban suspiro y abrazo a su amigo por los hombros sabiendo que iba a arrepentirse de eso.

—Lo prometo, pero no me gusta que te des por muerto. Se que puedes—

—Solo las diosas los saben, pero tengo el sentimiento de que ellas solo se están burlando de nosotros—desde que empezó esa transformación maldita lo había sentido, como el llamado de la naturaleza rugía en sus oídos y le rogaba que lo liberará, cantos angelicales y peligrosos así como risas de esos seres que parecían burlarse de su desafortunado destino. Aunque no se equivocaba, varias de los seres angelicales tenían sus ojos puestos en ellos y aquella que escribía toda su vida se burlaba de su maldición que ella misma había escogido para él.

Nocturnal AnimalsWhere stories live. Discover now