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Tres años después:
Termino de comprar las cosas necesarias para la cena navideña. Mañana es veinticuatro de diciembre, celebraremos nochebuena al lado de mi suegro y la nana de mi esposo. Alan y yo nos casamos el año pasado en Bora Bora fue una boda mágica, de ensueño.
Tomo la pequeña mano de Kali, ella se remueve un poco porque quiere salir corriendo por todo el lugar, pero ahora tengo que cuidarla con mayor razón, ya que yo camino demasiado lento, tener un vientre de casi seis meses no es nada fácil.
Salimos del lugar y nos dirigimos al estacionamiento, Kali va entretenida comiendo el chocolate que su papá le envió como lonchera, sin que yo me diera cuenta. Alan se ha convertido en el mejor esposo que la vida puedo mandarme.
Es un excelente padre con Kali, recuerdo la primera vez que Kali le dijo papá, a mi esposo se le escaparon un par de lágrimas, aunque el haya insistido en que lloraba porque estaba picando la cebolla. Recordar esos momentos hace que se me escape muchas sonrisas. Estar al lado de tus personas favoritas no tiene comparación.
Kali se queda parada a un lado y comienzo a guardar las pocas cosas que compre en la maletera
—Mami. —dice señalando a su boca manchada con chocolate.
—Dame un segundo, cariño. — digo y termino de guardar mis cosas. Saco unos pañitos que tengo en la cartera y le limpio la boca, ya no quedan rastros de chocolate.
—Listo. —le digo para poder ayudarla a subir a la camioneta. Aseguro su silla y cierro la puerta trasera. Subo a la camioneta, tomo el IPad de Kali y se lo entrego para que se distraiga durante el camino, ella agradece y pongo en marcha con dirección a casa.
Llegamos a casa, estaciono la camioneta, al parecer Alan llego antes que nosotras. Salgo de la camioneta para ayudar a Kali a bajar también. Ella sale corriendo. Saco las cosas de la maletera y comienzo a caminar hasta la casa. Alan aparece con Kali en sus brazos, ambos vienen sonriendo.
—Amore, estaba esperándolas. —dice acercándose y ayudándome con las bolsas.
—Hola, cariño. —respondo y comienzo a acariciar mi vientre, me canso muy rápido.
— ¿Cómo les fue? —pregunta mi esposo mientras caminamos.
—Bien, compre un par de cosas para la cena de mañana.
—Esta perfecto.
— ¿Sabes a qué hora vendrán? —cuestiono
—Pasada las seis, no creo que antes. —responde.
Por la noche, acostamos a Kali en su habitación, Alan como todas las noches estaba leyéndole un cuento hasta que se quedara dormida.
—Ya quiero que nazca, que lo tengamos en casa. —dice mi esposo acariciando mi abultado vientre.
